Reporte Nacional de Trabajo Social (México-2025) – MI TRABAJO ES SOCIAL

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📊 Reporte Nacional de Trabajo Social (México-2025)
🎓 Panorama Interactivo del Trabajo Social en la Educación Superior de México

El Trabajo Social, como disciplina y profesión, se erige sobre la base de la intervención ante las necesidades sociales, la promoción del cambio y la cohesión social, la resolución de problemas en el complejo entramado de las relaciones humanas, y el fortalecimiento de las capacidades individuales y colectivas para fomentar el bienestar integral . Su quehacer se orienta a la acción mediante la cual se busca coadyuvar en la solución de problemáticas diversas que afectan a personas y comunidades, así como a promocionar sus habilidades y destrezas inherentes . En el contexto de México, una nación caracterizada por profundas y persistentes desigualdades sociales, políticas y económicas , el papel del Trabajo Social adquiere una relevancia crítica para abordar tanto las problemáticas estructurales que subyacen en la sociedad como las manifestaciones coyunturales que emergen de diversas crisis y transformaciones

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¿Cuántas universidades ofrecen la licenciatura en Trabajo Social? ¿Cómo ha evolucionado la matrícula en los últimos años? ¿Qué brechas de género, salario o empleabilidad se reflejan en la estadística nacional? Este análisis no solo visibiliza cifras: las contextualiza y confronta.

Aquí no encontrarás solo datos: encontrarás pistas para repensar la formación profesional, los desafíos institucionales y el papel del Trabajo Social en el sistema educativo mexicano. Dale scroll, porque lo que viene son verdades que sí se pueden medir.

1. Introducción

El Trabajo Social, como disciplina y profesión, se erige sobre la base de la intervención ante las necesidades sociales, la promoción del cambio y la cohesión social, la resolución de problemas en el complejo entramado de las relaciones humanas, y el fortalecimiento de las capacidades individuales y colectivas para fomentar el bienestar integral (1). Su quehacer se orienta a la acción mediante la cual se busca coadyuvar en la solución de problemáticas diversas que afectan a personas y comunidades, así como a promocionar sus habilidades y destrezas inherentes (1). En el contexto de México, una nación caracterizada por profundas y persistentes desigualdades sociales, políticas y económicas (4), el papel del Trabajo Social adquiere una relevancia crítica para abordar tanto las problemáticas estructurales que subyacen en la sociedad como las manifestaciones coyunturales que emergen de diversas crisis y transformaciones.

El presente informe tiene como propósito fundamental analizar la situación actual que guarda la formación académica y el ejercicio profesional del Trabajo Social en la República Mexicana. A través de la revisión y el análisis de la información disponible, se identificarán las tendencias predominantes, los desafíos más significativos y las oportunidades latentes, con una proyección particular hacia el año 2025. Este ejercicio diagnóstico busca construir una base robusta de entendimiento que permita, subsecuentemente, proponer líneas estratégicas orientadas al fortalecimiento y la consolidación de esta profesión vital para el desarrollo social del país.

La pertinencia del Trabajo Social se intensifica notablemente en escenarios de crisis o de profundas transformaciones sociales, como los que se han derivado de la reciente pandemia global o de los ajustes y reorientaciones en las políticas sociales implementadas en el país. La pandemia, por ejemplo, no solo ha exacerbado las desigualdades preexistentes, sino que también ha generado un nuevo espectro de necesidades sociales que demandan atención especializada (5). De manera paralela, los cambios políticos y sociales que ha experimentado México en años recientes (7) reconfiguran continuamente el campo de acción y los paradigmas de intervención del Trabajo Social. Por consiguiente, un análisis prospectivo no puede limitarse a una mera descripción estática de la profesión; resulta imperativo examinar su capacidad de adaptación, su resiliencia y su potencial para una respuesta proactiva y transformadora ante los escenarios futuros. Este informe se adentrará en cómo la profesión está respondiendo a estos estímulos y cómo puede prepararse de manera más efectiva para los desafíos y oportunidades que el horizonte del 2025 depara.

2. Formación de Profesionales en Trabajo Social en México

La configuración del Trabajo Social como disciplina profesional está intrínsecamente ligada a la calidad, pertinencia y accesibilidad de la formación que se ofrece. En México, el panorama educativo en esta área es diverso y se encuentra en un proceso continuo de evolución para responder a las complejas realidades sociales del país.

  • Oferta Educativa: Instituciones y Programas a Nivel Nacional.

    La oferta de la Licenciatura en Trabajo Social en México se distribuye a lo largo del territorio nacional, abarcando una variedad de instituciones que incluye universidades autónomas estatales, institutos tecnológicos y escuelas especializadas, tanto de carácter público como privado. Esta diversidad institucional refleja diferentes enfoques y capacidades instaladas para la formación de futuros profesionales. La concentración geográfica de estas instituciones no es uniforme, lo que plantea consideraciones sobre el acceso equitativo a esta formación en las distintas regiones del país.

    Para ilustrar esta distribución, la siguiente tabla detalla las instituciones de educación superior por entidad federativa que, según los datos recopilados, ofrecen la carrera de Trabajo Social. Esta información es fundamental no solo por ser un requisito de análisis, sino porque permite visualizar la capilaridad de la oferta educativa, identificar posibles brechas regionales y sentar las bases para análisis subsecuentes sobre matrícula y mercado laboral.

    Tabla 1: Instituciones de Educación Superior por Estado que ofrecen la Licenciatura en Trabajo Social.

Estado Institución(es)
Aguascalientes Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), Universidad de Estudios Avanzados (UNEA)
Baja California Escuela de Trabajo Social de Tijuana A.C. – incorporada a la Universidad Autónoma de Baja California (UABC)
Baja California Sur Universidad Internacional de la Paz (UNIPAZ)
Campeche Instituto Campechano
Chiapas Escuela Superior de Trabajo Social “Jesús Aquino Juan”, Instituto Hispano Jaime Sabines – Licenciatura en Trabajo Social, Instituto de Estudios Superiores de Chiapas (IESCH)
Chihuahua Escuela de Trabajo Social del Estado de Chihuahua “Profra. y T.S. Guadalupe Sánchez de Araiza” (ETS Chihuahua), Universidad Autónoma de Ciudad Juárez – Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA?UACJ)
Ciudad de México Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), Instituto Mexicano de Psicooncología (IMPo) – Licenciatura en Trabajo Social
Coahuila Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC)
Colima Escuela de Trabajo Social Vasco de Quiroga, Universidad de Colima (UCol)
Durango Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED)
Estado de México Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex: toluca,chimalhuacan y huehuetoca.), Neoclase
Guanajuato Universidad de Guanajuato (UGto), Instituto Universitario del Centro de México (EDUCEM) – Licenciatura en Trabajo Social, Instituto Tepeyac de León (ITAC) – Licenciatura en Trabajo Social
Guerrero IESH, Universidad Latinoamericana (ULAM), Ceusjic, Universidad del Sur Noroeste (USN)
Hidalgo Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) – campus ICHSHU
Jalisco Universidad de Guadalajara (UDG), Universidad UNE, UEA?Universidad, Universidad ISO
Michoacán Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Unicepes, Universidad de Zamora, UD Virtual
Morelos Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM)
Nayarit Universidad de la Alicia, Universidad Cultural de Tepic (UCEM?Tepic), ITZAMNA
Nuevo León Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), emiliano zapata
Oaxaca CECAD?UABJO, CESEEO, Instituto Alfred Nobel, GEM Educación
Puebla UNIVERSIDAD TOLTECA DE MÉXICO, INSTITUTO UNIVERSITARIO BOULANGER, ESCUELA DE LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL IN-VIA
Querétaro CIES Vasconcelos, CIUSJR – San Juan del Río
Quintana Roo Universidad Maya
San Luis Potosí UPotosina, UTAN, UDEP (en línea), Universidad Juárez de SLP (UJS?ML)
Sinaloa Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) – varias sedes: mochis,culiacan, mazatlan
Sonora Universidad de Sonora (UNISON)
Tabasco ICES Tabasco, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), CEUNIV
Tamaulipas Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), ICEST
Tlaxcala Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), Instituto Capacitación Políticas Públicas Tlaxcala (IMPOTLAX)
Veracruz Universidad Popular Autónoma Veracruzana (UPAV), Universidad Veracruzana – Coatzacoalcos, UCalmecac, UFemenina Veracruz
Yucatán Universidad Autónoma de Yucatán (UADY)
Zacatecas Institución registrada en SIC (requiere validación)
*Fuente: [8]*

La visualización de esta tabla permite una primera aproximación a la infraestructura educativa disponible para la formación en Trabajo Social, siendo un insumo clave para la planificación y el fortalecimiento de la profesión a nivel nacional.
  • Matrícula Estudiantil: Análisis de Tendencias y Distribución por Género y Región.

    Los datos de matrícula para el ciclo escolar 2023-2024 revelan aspectos cruciales sobre el perfil de los futuros profesionales del Trabajo Social en México. A nivel nacional, se registró una matrícula total de 20,412 estudiantes en la Licenciatura en Trabajo Social. De este total, 17,472 eran mujeres, lo que representa un 85.6%, mientras que 2,940 eran hombres, constituyendo el 14.4% restante (8). Esta marcada feminización de la carrera es una característica persistente y significativa de la profesión, no solo en México sino a nivel internacional, y tiene profundas implicaciones.

    La concentración de estudiantes también varía considerablemente por entidad federativa. Los estados con mayor matrícula en Trabajo Social son la Ciudad de México (3,948 estudiantes), Veracruz (2,248), Sinaloa (1,942), Jalisco (1,682) y Nuevo León (1,480). En contraste, entre las entidades con datos reportados, aquellas con la menor matrícula incluyen Puebla (15 estudiantes), Baja California Sur (24) y Baja California (39) (8).

    La siguiente tabla presenta el desglose de la matrícula por entidad federativa, género y total, ofreciendo una cuantificación precisa del flujo actual de futuros profesionales y evidenciando las disparidades regionales en la formación.

    Tabla 2: Matrícula en la Licenciatura en Trabajo Social por Entidad Federativa (Total, Mujeres, Hombres) para el ciclo 2023-2024.

ENTIDAD FEDERATIVA Matrícula Mujeres Matrícula Hombres Matrícula Total
AGUASCALIENTES 177 9 186
BAJA CALIFORNIA 36 3 39
BAJA CALIFORNIA SUR 20 4 24
CAMPECHE 171 48 219
CHIAPAS 358 69 427
CHIHUAHUA 997 97 1094
CIUDAD DE MÉXICO 3153 795 3948
COAHUILA 420 59 479
COLIMA 282 37 319
DURANGO 297 25 322
GUANAJUATO 241 18 259
HIDALGO 261 38 299
JALISCO 1568 114 1682
MÉXICO 848 110 958
MORELOS 281 39 320
NUEVO LEÓN 1341 139 1480
PUEBLA 14 1 15
SINALOA 1762 180 1942
SONORA 548 58 606
TABASCO 190 25 215
TAMAULIPAS 343 158 501
TLAXCALA 313 95 408
VERACRUZ 1897 351 2248
YUCATÁN 106 17 123
ZACATECAS 144 22 166
*Fuente: [8]*

La alta feminización de la matrícula no es un dato menor. Podría estar vinculada a percepciones sociales arraigadas que asocian el "cuidado" y la asistencia como roles predominantemente femeninos. Esta asociación, a su vez, puede influir en la valoración social y, crucialmente, salarial de la profesión. Históricamente, las profesiones feminizadas han tendido a experimentar una menor remuneración en comparación con campos predominantemente masculinos que requieren niveles de escolaridad similares ([9, 10]). Por lo tanto, la estructura de género de la matrícula y, consecuentemente, de la fuerza laboral en Trabajo Social, es un factor fundamental a considerar en cualquier estrategia que busque la dignificación salarial y el reconocimiento de la profesión.

Adicionalmente, la concentración de la oferta educativa y de la matrícula en ciertas entidades federativas ([8, 8]) podría estar generando desequilibrios en la disponibilidad de profesionales de Trabajo Social a nivel nacional. Las regiones con una menor oferta formativa o un bajo número de estudiantes podrían enfrentar, a mediano plazo, una escasez de trabajadores sociales calificados. Esto limitaría la capacidad de respuesta a las necesidades sociales específicas de esas poblaciones y la efectiva implementación de políticas públicas en dichas áreas, ya que los egresados tienden a buscar oportunidades laborales en sus lugares de formación o en los grandes centros urbanos donde se concentra la demanda.
  • Análisis Comparativo de Planes de Estudio y Enfoques Pedagógicos en Universidades Clave.

    La calidad y pertinencia de la formación en Trabajo Social dependen en gran medida de la estructura y contenido de sus planes de estudio. Un análisis de las propuestas curriculares de instituciones representativas como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) revela tanto elementos comunes como tendencias evolutivas.

    La Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, por ejemplo, ha demostrado una evolución en sus planes de estudio, con una notable incorporación de la perspectiva de género en su reforma de 2019 (6). Sus publicaciones y planes de desarrollo institucional reflejan una reflexión continua sobre el objeto de intervención del Trabajo Social, sus fundamentos pedagógicos y la necesidad de adaptarse a las nuevas realidades sociales y tecnológicas (4). Se observa un esfuerzo por integrar asignaturas que aborden problemáticas contemporáneas como los derechos humanos y la diversidad, junto con una base sólida en teoría social, metodología de la investigación y prácticas de intervención comunitaria, grupal e individualizada (12).

    Por su parte, la UANL enfoca su Licenciatura en Trabajo Social y Desarrollo Humano en el desarrollo de competencias instrumentales, personales y de interacción social, con un fuerte énfasis en la práctica profesional y la vinculación directa con las necesidades sociales del entorno (14). Su plan de estudios incluye áreas como psicología para el trabajo social, modelos de intervención y estadística social, buscando un equilibrio entre la fundamentación teórica y la aplicación práctica.

    La UdeG estructura su plan de estudios en áreas de formación básica común obligatoria, básica particular obligatoria, especializante selectiva y optativa abierta. Este diseño curricular pone un acento importante en la investigación social, la epistemología de las ciencias sociales, las políticas sociales y diversos laboratorios de cómputo, además de las materias específicas de modelos y niveles de intervención (16).

    Finalmente, la UJED organiza su licenciatura por semestres, introduciendo desde las etapas iniciales materias fundamentales como Introducción al Trabajo Social, Psicología Básica, Epistemología de las Ciencias Sociales, y herramientas como computación y lectura y redacción. Progresivamente, el plan avanza hacia modelos de intervención específicos (comunidad, casos y grupos), derecho, gestión social y prácticas institucionales, culminando con materias optativas y proyectos emprendedores (17).

    Esta evolución generalizada de los planes de estudio hacia la incorporación de temas transversales como género y derechos humanos, junto con un creciente interés por enfoques pedagógicos basados en competencias y el aprendizaje centrado en el estudiante (18), sugiere una adaptación de las instituciones académicas a las demandas sociales y a los requerimientos del mercado laboral contemporáneo. No obstante, la velocidad, profundidad y homogeneidad de esta adaptación curricular podrían ser desiguales entre las diversas instituciones que ofrecen la carrera a nivel nacional. Si bien hay avances significativos, es crucial analizar si estos cambios son suficientes y se implementan de manera uniforme para preparar adecuadamente a los egresados para los complejos desafíos que se proyectan hacia 2025, especialmente en áreas de rápida evolución como la tecnología y la emergencia de nuevas problemáticas sociales.

  • Evolución de la Profesionalización y la Formación Académica en Trabajo Social en México.

    La trayectoria histórica de la formación en Trabajo Social en México evidencia una progresiva profesionalización. Inicialmente, la formación tenía un carácter predominantemente técnico, pero con el tiempo ha transitado hacia el nivel de licenciatura en la mayoría de las instituciones educativas (18). Este cambio ha implicado una mayor profundización teórica, metodológica y científica.

    Paralelamente a la consolidación de la licenciatura, ha habido una emergencia, aunque aún incipiente en comparación con otras disciplinas, de programas de posgrado (maestrías y doctorados) en Trabajo Social o áreas afines. Estos posgrados buscan especializar a los profesionales en campos específicos de intervención o fortalecer sus capacidades para la investigación y la docencia (18).

    En términos de enfoques teóricos y pedagógicos, la formación en Trabajo Social en México se caracteriza por la coexistencia de diversas visiones. Persisten elementos de la visión tradicional, enfocada en la asistencia y la adaptación. Conviven también con los postulados de la “reconceptualización”, un movimiento latinoamericano que impulsó una perspectiva más crítica, macrosocial y comprometida con la transformación de las estructuras sociales (18). Más recientemente, se observan tendencias hacia la adopción de enfoques contemporáneos, que incluyen la educación basada en competencias, un mayor énfasis en el humanismo, la investigación aplicada y la incorporación de nuevas tecnologías (18). Esta amalgama de perspectivas enriquece el debate académico pero también plantea el desafío de lograr una identidad profesional cohesiva y claramente definida.

3. Panorama Laboral y Profesional del Trabajo Social en México

El ejercicio profesional del Trabajo Social en México se desarrolla en un mercado laboral con características particulares en cuanto al perfil de sus integrantes, sus condiciones de trabajo y los sectores que demandan sus servicios. Los datos más recientes ofrecen una panorámica detallada de esta situación.

  • Perfil Sociodemográfico y de Escolaridad de los Especialistas en Trabajo Social.

    Según datos del tercer trimestre de 2024, la fuerza laboral de Especialistas en Trabajo Social en México ascendía a 38,500 personas. La edad promedio de estos profesionales es de 41.7 años, lo que sugiere una fuerza laboral con una combinación de experiencia y trayectorias consolidadas (20).

    Un rasgo distintivo de esta profesión es su marcada feminización: el 81.7% de los especialistas son mujeres, mientras que los hombres representan el 18.3% restante. En cuanto a la escolaridad, el promedio es de 16.4 años, lo que equivale a una formación de licenciatura completa y, en muchos casos, el inicio o conclusión de estudios de posgrado (20). Este alto nivel de formación contrasta, como se verá más adelante, con los niveles salariales promedio.

  • Condiciones Laborales: Ingresos Promedio, Jornada Laboral, Tasas de Informalidad y Ocupación.

    El salario promedio mensual para los Especialistas en Trabajo Social se situó en $7,240 MXN durante el tercer trimestre de 2024. Es importante destacar que esta cifra representó una caída significativa del 23.1% en comparación con el segundo trimestre del mismo año, cuando el salario promedio era de $9,410 MXN (20). Esta volatilidad y el nivel general del salario, que históricamente ha sido bajo en comparación con otras profesiones universitarias (19), son puntos críticos. La jornada laboral promedio es de aproximadamente 36.7 horas a la semana, distribuidas en unos 4.59 días laborables (20).

    En cuanto a la informalidad, la tasa para los Especialistas en Trabajo Social fue del 8.25% en el T3-2024, un porcentaje considerablemente inferior al promedio nacional de informalidad laboral. No obstante, esta cifra oculta disparidades estatales significativas; por ejemplo, mientras estados como Chiapas (6.52%) o Sonora (8.82%) presentan tasas de informalidad bajas para la profesión, otros como Veracruz de Ignacio de la Llave alcanzan un preocupante 47.7% (20). Adicionalmente, un 8.14% de los trabajadores sociales ocupados reportaron tener un segundo trabajo, lo que podría ser un indicador de la necesidad de complementar ingresos (20).

    Respecto a la brecha salarial de género, los datos de DataMéxico para el T3-2024 indican que las mujeres en Trabajo Social (81.7% de la fuerza laboral) tuvieron un salario promedio de $7,300 MXN, mientras que los hombres (18.3%) percibieron $6,990 MXN (20). Esta aparente ligera “ventaja” salarial para las mujeres dentro de esta profesión específica contrasta con la tendencia nacional general, donde las mujeres suelen ganar alrededor de un 15% menos que los hombres en puestos equivalentes (9). Es crucial analizar este dato con cautela. Podría deberse a factores como una mayor antigüedad o niveles de responsabilidad promedio de las mujeres dentro de este campo particular, dada su histórica y mayoritaria presencia. Sin embargo, no debe interpretarse como una ausencia de problemática de género en términos salariales, ya que el salario promedio general de la profesión ($7,240 MXN) sigue siendo bajo para un nivel de escolaridad de 16.4 años. De hecho, el mayor salario promedio lo reciben mujeres de 35 a 44 años ($8,290 MXN), pero también son mujeres, las del tramo etario de 45 a 54 años, quienes reciben el menor salario promedio ($6,040 MXN) (20), lo que sugiere dinámicas complejas dentro de la estructura salarial por edad y género.

    La combinación de una alta escolaridad promedio con un salario relativamente bajo y volátil sugiere una posible subvaloración de la profesión en el mercado laboral mexicano. Esta situación podría estar influenciada por la concentración del empleo en el sector público y en organizaciones sociales, que a menudo operan con presupuestos limitados, o por percepciones sociales que minusvaloran el “trabajo de cuidado” y asistencia, históricamente feminizado. Si esta tendencia de baja remuneración persiste, podría desincentivar la elección de esta carrera a largo plazo o provocar una fuga de talentos hacia otros campos, afectando la calidad y disponibilidad de los servicios sociales esenciales que estos profesionales proveen, con implicaciones directas para el bienestar de la población hacia 2025.

  • Principales Sectores de Empleo y Especialidades con Mayor Demanda y Remuneración.

    Los Especialistas en Trabajo Social se concentran principalmente en determinados sectores. En el tercer trimestre de 2024, la mayor proporción de la población ocupada en esta profesión se encontraba en Hospitales Psiquiátricos y para el Tratamiento por Adicción (45.4%), seguido por Escuelas de Educación Técnica Superior (13.9%) y actividades de Regulación y Fomento del Desarrollo Económico (13.9%) (20).

    La industria denominada “Servicios de Orientación y Trabajo Social” registró un Producto Interno Bruto (PIB) de $858,143 millones MXN en el cuarto trimestre de 2024. Según el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) de noviembre de 2024, existían 22,824 unidades económicas en este sector (21). Dentro de esta industria más amplia, las ocupaciones con el mayor número de trabajadores son los Auxiliares en Ciencias Sociales y Humanistas, Ayudantes en la Preparación de Alimentos y Cuidadores de Niños, Personas con Discapacidad y Ancianos en Casas Particulares (21). Es importante notar que el salario promedio mensual en esta industria general ($3,870 MXN) es considerablemente más bajo que el de los “Especialistas en Trabajo Social” ($7,240 MXN), lo que sugiere que los especialistas con título universitario se ubican en roles de mayor complejidad y remuneración dentro del espectro más amplio de los servicios sociales.

    En cuanto a las remuneraciones por sector específico para los Especialistas en Trabajo Social, los mejores salarios promedio se observaron en Impartición de Justicia y Mantenimiento de la Seguridad y el Orden Público ($11,600 MXN), Consultorios Dentales ($10,800 MXN) y Escuelas de Educación Técnica Superior ($10,100 MXN) (20). A nivel de formación de maestría, algunas fuentes mencionan salarios que varían según el rol, como Coordinador de desarrollo social ($12,000 MXN/mes) o Asesor clínico ($11,500 MXN/mes), aunque estos datos deben tomarse con cautela por su generalidad (23).

    La baja tasa de informalidad general para los Especialistas en Trabajo Social (8.25%) podría estar directamente relacionada con su alta concentración en el sector público (hospitales, escuelas, gobierno), donde el empleo tiende a ser formal. Sin embargo, la marcada variación en las tasas de informalidad a nivel estatal (por ejemplo, Veracruz con 47.7%) sugiere que las condiciones laborales no son homogéneas. En entidades con menor desarrollo económico o una presencia institucional pública menos robusta que emplee a estos profesionales, es probable que los trabajadores sociales recurran a esquemas de autoempleo o inserción en el sector informal, con la consecuente desprotección laboral y social. Esto implica que cualquier estrategia para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores sociales debe considerar estas disparidades regionales y adoptar enfoques diferenciados.

  • Distribución Geográfica de la Fuerza Laboral y Oportunidades Salariales por Estado.

    La fuerza laboral de Especialistas en Trabajo Social presenta una concentración geográfica. Las entidades con el mayor número de estos profesionales son el Estado de México (4,700), la Ciudad de México (4,070) y Jalisco (3,630) (20). Esta distribución probablemente se correlaciona con la densidad poblacional, la concentración de servicios públicos y la oferta educativa.

    En cuanto a las oportunidades salariales, existen notables diferencias entre estados. Las entidades federativas que registraron los mejores salarios promedio mensuales para Especialistas en Trabajo Social durante el T3-2024 fueron Baja California Sur ($20,200 MXN), Campeche ($16,000 MXN) y Nayarit ($14,300 MXN) (20). Estas cifras contrastan fuertemente con el promedio nacional de $7,240 MXN y con los salarios en otras entidades, lo que indica un mercado laboral segmentado geográficamente.

    Es interesante observar que los sectores que ofrecen mejores salarios (como Impartición de Justicia o Consultorios Dentales) no son necesariamente los que emplean al mayor volumen de trabajadores sociales (como los Hospitales Psiquiátricos). Esto plantea una disyuntiva para la profesión: ¿deberían los profesionales y las instituciones formadoras enfocarse en desarrollar competencias para estos nichos mejor remunerados, o se debe priorizar la lucha por una mejor valoración y remuneración en los sectores sociales fundamentales donde se concentra la mayor parte de la intervención y donde la necesidad social es más acuciante? Idealmente, se requeriría una estrategia dual: por un lado, explorar y validar el rol del Trabajo Social en campos emergentes y mejor pagados, demostrando su valor añadido; y por otro, continuar abogando por la dignificación salarial y la mejora de las condiciones laborales en los sectores tradicionales de intervención social, que son esenciales para el bienestar de la población.

4. Marco Normativo, Políticas Públicas e Incidencia del Trabajo Social

El quehacer del Trabajo Social en México se enmarca y se ve influenciado por un conjunto de leyes, políticas públicas y la capacidad de sus organizaciones gremiales para incidir en la agenda nacional. Comprender este marco es esencial para proyectar su desarrollo futuro.

  • El Rol del Trabajo Social en la Formulación e Implementación de la Política Social Mexicana.

    Históricamente, el Trabajo Social ha desempeñado un papel crucial en la fase de implementación y operativización de las políticas sociales en México. Los profesionales de esta disciplina son quienes, en muchos casos, están en la primera línea de contacto con las poblaciones objetivo, facilitando el acceso a programas y servicios (24). Sin embargo, su participación en las etapas previas de diagnóstico, diseño y planificación de estas políticas ha sido tradicionalmente limitada (24). Esta desconexión puede llevar a que las políticas no siempre se ajusten de manera óptima a las realidades y necesidades específicas de las comunidades, o a que se subutilice el conocimiento y la experiencia acumulada por los trabajadores sociales desde el campo.

    Existe una aspiración creciente a que el Trabajo Social no solo sea un ejecutor, sino un actor propositivo que contribuya a que la política social se oriente hacia el empoderamiento de la ciudadanía, la garantía efectiva de los derechos sociales y la promoción de la participación comunitaria en la solución de sus problemáticas (24). En el contexto de la política social actual de México (referida a menudo como la de la “Cuarta Transformación”), se observan características como una concepción de la política social que en ocasiones actúa como paliativo a los efectos de las políticas económicas, la existencia de programas sociales que pueden presentar fragmentación o duplicidad, y una persistente necesidad de mayor planificación, articulación y evaluación rigurosa (25). A pesar de estos desafíos, se reconoce el valor del Trabajo Social comunitario como un pilar en estrategias de prevención social, por ejemplo, en el ámbito del delito (25).

  • Leyes Fundamentales: Implicaciones de la Ley General de Desarrollo Social y la Ley General de Educación para la Práctica Profesional.

    Dos piezas legislativas son de particular relevancia para el Trabajo Social en México:

    • Ley General de Desarrollo Social (LGDS): Esta ley, de observancia general en todo el territorio nacional, tiene como objeto garantizar el pleno ejercicio de los derechos sociales consagrados en la Constitución, asegurar el acceso universal a programas de desarrollo social, y superar condiciones de pobreza, marginación y exclusión social (26). Para ello, establece el Sistema Nacional de Desarrollo Social como un mecanismo de coordinación entre los tres órdenes de gobierno y los sectores social y privado (27). La LGDS define un catálogo de derechos para el desarrollo social –incluyendo la no discriminación, educación, salud, alimentación, vivienda, trabajo y un medio ambiente sano– y subraya la obligación del Estado de garantizarlos (27). Un aspecto crucial es que mandata que los recursos presupuestarios asignados al desarrollo social tengan carácter prioritario y no puedan ser reducidos en términos reales respecto al año fiscal anterior (27). Además, promueve la participación social activa y corresponsable de los beneficiarios y de la sociedad civil en el ciclo de las políticas de desarrollo social (27).

      La LGDS ofrece un marco normativo robusto que legitima y potencia la actuación del Trabajo Social, especialmente en la promoción de la participación ciudadana, la exigibilidad de derechos y la vigilancia de la correcta aplicación de los programas sociales. Los objetivos de esta ley se alinean estrechamente con los principios y fines del Trabajo Social, como la justicia social y el empoderamiento. No obstante, la efectividad de la LGDS depende críticamente de su cabal implementación, de la asignación presupuestaria suficiente y transparente, y de la voluntad política para llevar sus postulados a la práctica. Es precisamente en la brecha que puede existir entre el “deber ser” de la ley y la realidad de su aplicación donde el Trabajo Social, por su cercanía con las comunidades y su conocimiento de las necesidades “en terreno”, puede y debe jugar un rol fundamental, no solo como ejecutor de programas, sino también como actor crítico, evaluador y propositivo en el ciclo de las políticas sociales.

    • Ley General de Educación (LGE): Un avance significativo para la profesión es la inclusión explícita de la figura del Trabajador Social en la Ley General de Educación. Según se reporta, el Artículo 80 de esta ley (publicado en el Diario Oficial de la Federación) reconoce el rol de estos profesionales desde el nivel de educación básica hasta la educación superior (30). El Trabajo Social en el campo educativo tiene como contribuciones fundamentales la atención a situaciones sociofamiliares y comunitarias que inciden negativamente en el aprendizaje y desarrollo integral de los estudiantes, así como el impulso a la participación responsable de las instituciones básicas de la comunidad en las acciones educativas de la escuela (31).

      Este reconocimiento legal formaliza y potencia la intervención del Trabajo Social en un sector clave para el desarrollo individual y social. Abre oportunidades concretas para la creación de plazas especializadas dentro del sistema educativo y para el diseño e implementación de programas que aborden, desde el entorno escolar, problemáticas que trascienden lo puramente académico, tales como la violencia intrafamiliar y escolar, la pobreza, la salud mental, las adicciones, la deserción escolar, entre otras. El desafío hacia 2025 radicará en asegurar que esta inclusión normativa se traduzca efectivamente en recursos humanos y financieros suficientes, en programas bien estructurados y en una verdadera integración del Trabajo Social en los equipos multidisciplinarios de las instituciones educativas, evitando que su rol quede meramente en el papel.

  • Actuación de las Organizaciones Gremiales

    El cabildeo o lobbying es una actividad reconocida y practicada en México por diversos actores, incluyendo organizaciones de la sociedad civil, con el fin de influir en la toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas (34). Las organizaciones ciudadanas utilizan estas estrategias para proponer soluciones a problemas sociales, políticos y económicos, y para fortalecer la participación democrática (35).

    La existencia de los colegios junto con un marco legal que permite y regula el cabildeo, ofrece vías institucionales para que la profesión del Trabajo Social pueda incidir en la agenda pública, defender sus intereses y promover la mejora de sus condiciones laborales y de su reconocimiento social. La capacidad crítica y propositiva es fundamental para este fin (6). Sin embargo, la efectividad de estas acciones de incidencia dependerá de varios factores: la cohesión interna del gremio, la disponibilidad de recursos (humanos y financieros), la claridad de su agenda estratégica y su habilidad para construir alianzas y comunicar sus propuestas de manera efectiva a los tomadores de decisiones y a la sociedad en general. Una unidad colegiada fortalecida, con una visión clara y una estrategia de incidencia bien articulada, podría convertirse en un actor clave para posicionar las demandas del Trabajo Social, tales como la mejora salarial, el pleno reconocimiento de su rol estratégico y una mayor participación en el diseño, implementación y evaluación de las políticas sociales en México.

5. Desafíos y Oportunidades Estratégicas para el Trabajo Social en México hacia 2025

El horizonte hacia 2025 presenta para el Trabajo Social en México un panorama complejo, caracterizado por la necesidad de adaptación a transformaciones aceleradas y la oportunidad de consolidar su relevancia. Diversos factores, desde la irrupción tecnológica hasta las cambiantes dinámicas sociales y las nuevas perspectivas teóricas, configuran este escenario.

  • Transformación Digital: Integración de la Tecnología, Tele-Trabajo Social e Inteligencia Artificial (Consideraciones éticas y prácticas).

    La tecnología se ha convertido en una herramienta cada vez más esencial en múltiples profesiones, y el Trabajo Social no es la excepción. Su integración ofrece el potencial de fortalecer la intervención, mejorar la calidad y eficiencia del trabajo, facilitar la investigación, y optimizar la organización y gestión de la información (36). Los profesionales del Trabajo Social ya utilizan herramientas ofimáticas estándar, pero también exploran plataformas para la realización de entrevistas virtuales y la gestión de casos a distancia (36).

    El tele-trabajo social, impulsado en parte por contextos como la pandemia, presenta ventajas como la posibilidad de un mayor alcance geográfico, flexibilidad horaria y, en algunos casos, la continuidad de servicios en situaciones de crisis. Sin embargo, también conlleva desafíos significativos. Entre ellos se cuentan el riesgo de precarización laboral (condiciones contractuales débiles, falta de prestaciones), el aislamiento profesional y personal del trabajador social, la necesidad de una alta autodisciplina y autogestión del tiempo, y la dificultad para garantizar plenamente los derechos laborales y la desconexión digital (37). La dimensión ética del tele-trabajo social es particularmente crítica, especialmente en lo referente a la confidencialidad de la información, la privacidad de los usuarios, el establecimiento de un vínculo terapéutico efectivo a distancia y la calidad de la intervención cuando se carece del contacto presencial.

    La Inteligencia Artificial (IA) emerge como otra vertiente tecnológica con un potencial considerable para el Trabajo Social. Sus aplicaciones podrían incluir la optimización de la gestión de grandes volúmenes de casos, el análisis de datos para identificar patrones conductuales o factores de riesgo en poblaciones específicas, la asignación más eficiente de recursos en programas sociales, y el desarrollo de chatbots o asistentes virtuales para ofrecer información básica o apoyo inicial (3). No obstante, es fundamental subrayar que la IA no debe, ni puede, reemplazar el componente humano esencial del Trabajo Social: la empatía, la escucha activa, el juicio profesional crítico y la construcción de relaciones de confianza (3). El uso de la IA en este campo debe estar rigurosamente guiado por principios éticos como la transparencia, la explicabilidad de los algoritmos, la no discriminación, la rendición de cuentas, la supervisión humana constante y un enfoque centrado en el individuo que respete irrestrictamente los derechos humanos y la dignidad de las personas (3).

    La adopción de estas tecnologías es, en gran medida, inevitable y ofrece beneficios potenciales innegables. Sin embargo, plantea un dilema central para el Trabajo Social en el contexto mexicano: ¿cómo se pueden aprovechar estas ventajas tecnológicas sin exacerbar las profundas brechas digitales existentes (tanto entre profesionales como entre usuarios), sin contribuir a la precarización del empleo en un sector ya vulnerable, y sin deshumanizar la intervención social, especialmente cuando se trabaja con poblaciones en alta situación de vulnerabilidad? Este dilema se agudiza en un país con marcadas desigualdades socioeconómicas y un acceso desigual a la infraestructura tecnológica y a las competencias digitales. Hacia 2025, será imperativo que la profesión en México desarrolle marcos éticos robustos y protocolos de actuación específicos para el uso de la tecnología, acompañados de programas de capacitación accesibles y estrategias para asegurar un acceso equitativo a estas herramientas, tanto para los profesionales como para las personas a las que sirven.

  • Desarrollo de Competencias para el Futuro: Habilidades Técnicas, Sociales y Adaptativas.

    El mercado laboral del siglo XXI, y en particular el que se proyecta hacia 2025, demanda un conjunto de competencias cada vez más sofisticado y diversificado. Para los profesionales del Trabajo Social, esto implica la necesidad de complementar sus habilidades tradicionales con nuevas capacidades que les permitan navegar la complejidad creciente de los problemas sociales y las transformaciones del entorno.

    A nivel general, las habilidades clave identificadas para el futuro del trabajo incluyen la adaptabilidad y flexibilidad ante el cambio, la asertividad en la comunicación, la creatividad para encontrar soluciones innovadoras, una profunda empatía, la capacidad de gestionar el estrés, el desarrollo del pensamiento crítico y analítico, la perseverancia frente a los obstáculos, la habilidad para la resolución de problemas complejos y una marcada aptitud para el trabajo en equipo y la colaboración (39).

    Específicamente para el ejercicio del Trabajo Social, se reafirman como indispensables la empatía, la escucha activa, el respeto por la autonomía del usuario (no ser invasivo), la capacidad de adaptación a diversos contextos y poblaciones, la habilidad para generar confianza y establecer relaciones profesionales sólidas, la destreza en la recopilación, análisis y sistematización de información relevante, y la capacidad de tratar cada caso y situación con la particularidad que requiere, evitando generalizaciones simplistas (40).

    Organismos como el Foro Económico Mundial (WEF) y el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) han señalado una creciente demanda global y nacional de habilidades tanto tecnológicas (Inteligencia Artificial, gestión de big data, ciberseguridad) como humanas o “blandas” (pensamiento analítico, creatividad, resiliencia, flexibilidad, agilidad, liderazgo e influencia social) para los años 2025 y 2030 (41). En México, se proyecta que un 93% de los empleadores valorarán más las habilidades relacionadas con IA y big data en los próximos años (42). Factores como la aceleración digital inducida por la pandemia, la consolidación de modelos de trabajo híbrido, la progresiva automatización de tareas rutinarias y la expansión de la economía digital están impulsando esta reconfiguración de las competencias demandadas, tanto en el plano técnico (como el diseño de productos y servicios digitales o el análisis avanzado de datos) como en el de las habilidades interpersonales y cognitivas (comunicación efectiva, gestión del cambio, autogestión) (43).

    Esta evolución en la demanda de competencias plantea la existencia de una potencial y significativa brecha entre las habilidades que actualmente poseen muchos profesionales del Trabajo Social, formados en currículos quizás más tradicionales, y las que requerirá el futuro del empleo y la intervención social efectiva hacia 2025. Esta brecha es particularmente notoria en el ámbito de las competencias digitales avanzadas y las capacidades analíticas para el manejo de grandes volúmenes de información. Por lo tanto, la actualización constante a través de la formación continua y una reforma curricular profunda y ágil en las instituciones educativas se vuelven tareas urgentes e impostergables. Si no se aborda esta brecha, existe el riesgo de un desfase profesional que podría limitar las oportunidades laborales de los trabajadores sociales, reducir la efectividad de sus intervenciones y mermar la capacidad de la profesión para aprovechar las nuevas herramientas y campos de acción que emergen.

  • Respuesta a Dinámicas Sociodemográficas: Envejecimiento Poblacional, Necesidades de la Juventud y Otros Grupos Vulnerables.

    Las transformaciones demográficas en México están reconfigurando profundamente el panorama de las necesidades sociales y, por ende, la demanda de servicios de Trabajo Social. Dos grupos poblacionales destacan por los desafíos y oportunidades que representan: los adultos mayores y los jóvenes.

    • Envejecimiento Poblacional: México experimenta un proceso de envejecimiento poblacional acelerado, con un aumento progresivo en la proporción de personas mayores de 60 años (44). Esta transición demográfica conlleva múltiples retos. En el ámbito de la salud, se incrementa la prevalencia de enfermedades crónico-degenerativas (como cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas osteoarticulares), que requieren atención especializada y cuidados a largo plazo (44). Surge también la necesidad de una planificación urbana inclusiva, con entornos accesibles y seguros (rampas, elevadores, banquetas transitables) que fomenten la autonomía y movilidad de las personas mayores (44). A nivel social y económico, muchos adultos mayores enfrentan situaciones de pobreza, exclusión, soledad, depresión y falta de oportunidades de empleo o participación social activa (44). Aunque existen programas gubernamentales como la Pensión Alimentaria para Adultos Mayores en la Ciudad de México y otras iniciativas de atención integral (46), así como un creciente ecosistema de startups sociales enfocadas en este sector (47), la magnitud del desafío requiere una respuesta social e institucional mucho más robusta y coordinada.

    • Juventud: Por otro lado, la población joven en México enfrenta sus propios desafíos persistentes. Entre ellos se cuentan tasas de desempleo juvenil que triplican a las de los adultos, una alta prevalencia de informalidad laboral (aproximadamente el 60% de los jóvenes empleados trabajan en la informalidad), marcadas brechas de género en el acceso a oportunidades, y el preocupante fenómeno de los jóvenes que No Estudian Ni Trabajan remuneradamente (NENTR), donde las mujeres representan la mayoría debido a la carga desproporcionada de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (48). Para abordar esta situación, se requieren políticas públicas efectivas en áreas como la capacitación técnica y en habilidades digitales, la promoción de la formalización del empleo juvenil y el fomento del emprendimiento como una vía de autoempleo y desarrollo (48).

    Estas dinámicas demográficas –el envejecimiento progresivo y los desafíos que enfrenta una población juvenil numerosa– están reconfigurando la demanda de servicios de Trabajo Social. Hacia 2025, se anticipa una necesidad creciente de profesionales con especialización en gerontología, capaces de diseñar e implementar modelos de intervención que promuevan un envejecimiento activo, saludable y digno. Simultáneamente, se requerirá una intensificación del trabajo con jóvenes, enfocándose en la prevención de riesgos psicosociales, la promoción de la salud mental, el desarrollo de habilidades para la vida y el trabajo, y la facilitación de su inserción social y laboral en contextos a menudo marcados por la precariedad y la exclusión. La profesión deberá, por tanto, adaptar sus modelos de intervención y desarrollar conocimientos específicos para atender las necesidades particulares de estos grupos poblacionales, cuya relevancia en la agenda social será cada vez más significativa.

  • Nuevos Campos de Acción: Trabajo Social Corporativo, Responsabilidad Social Empresarial y Sostenibilidad.

    Tradicionalmente asociado al sector público y a las organizaciones no gubernamentales, el Trabajo Social encuentra un campo de acción emergente y con un potencial considerable en el sector privado, particularmente a través de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y las crecientes demandas de sostenibilidad. La RSC se entiende como un compromiso voluntario de las empresas para gestionar sus operaciones de manera que se consideren los impactos económicos, sociales y ambientales, yendo más allá del mero cumplimiento de la legislación (49). Se basa en principios clave como la transparencia en la gestión, la conducta ética en todas sus actividades, el respeto irrestricto por los derechos humanos (incluyendo condiciones laborales justas y seguras), el cuidado del medio ambiente y un compromiso activo con el bienestar de las comunidades en las que operan (49).

    Cada vez más, la RSC es vista no solo como un imperativo ético, sino también como un factor de valor agregado y una ventaja competitiva para las empresas. Puede contribuir a mejorar el desempeño financiero a través de la optimización de recursos, fortalecer la imagen corporativa y la reputación de marca, incrementar la lealtad de los consumidores y de los empleados, y reducir riesgos regulatorios (50). En México, diversas empresas de gran envergadura como Grupo Bimbo, Coca-Cola FEMSA, Grupo Modelo, CEMEX, PepsiCo y Nestlé han implementado programas de RSC que abarcan desde iniciativas de nutrición y agricultura sostenible hasta programas de reciclaje, conservación de la biodiversidad y educación ambiental (51).

    Este creciente énfasis en la RSC y en los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) por parte de inversionistas, consumidores y la sociedad en general, abre una ventana de oportunidad significativa para la expansión del Trabajo Social hacia el sector privado. Las competencias inherentes a la profesión –como el diagnóstico de necesidades sociales, el diseño y la implementación de proyectos comunitarios, la mediación de conflictos, la facilitación de la participación ciudadana, la evaluación de programas sociales y una sólida formación ética– son directamente aplicables y altamente relevantes para la dimensión “Social” de la RSC. Hacia 2025, el Trabajo Social puede posicionarse como un actor clave en este campo, diseñando, implementando y evaluando programas sociales empresariales que tengan un impacto genuino, asegurando el componente ético y comunitario de estas iniciativas, y contribuyendo a que las empresas operen de manera más sostenible y socialmente responsable. Esto no solo diversificaría las oportunidades laborales para los profesionales del Trabajo Social, sino que también permitiría aportar una perspectiva de derechos humanos y bienestar social a las estrategias y operaciones del mundo empresarial, superando la visión, a veces limitada, de que la presencia de trabajadores sociales en las empresas responde únicamente a demandas sindicales o a un espíritu paternalista (19), para insertarse en un marco más estratégico y de creación de valor compartido.

  • Perspectivas Críticas y Renovadoras: Reconceptualización, Descolonización y Prácticas Emancipadoras en el Trabajo Social Mexicano y Latinoamericano.

    El Trabajo Social en México, como en gran parte de América Latina, se encuentra en un proceso de reflexión crítica sobre sus fundamentos teóricos, metodológicos y ético-políticos. El Trabajo Social contemporáneo en el país se caracteriza por la coexistencia de diversas visiones: desde enfoques tradicionales centrados en la asistencia y la adaptación individual, hasta las herencias del movimiento de “reconceptualización” que, a partir de las décadas de 1960 y 1970, impulsó una perspectiva más macrosocial, crítica de las estructuras de opresión y comprometida con la transformación social (18).

    Existe un llamado persistente dentro de la profesión a “romper con falsas identidades” y con trayectorias históricas que a veces han limitado su potencial transformador, buscando en su lugar un anclaje más sólido en el conocimiento científico y en la producción teórica propia para fundamentar propuestas de cambio social efectivas (18). Se busca superar la fragmentación del quehacer profesional, que a menudo diluye la especificidad del Trabajo Social y lo reduce a un conjunto de actividades de apoyo desarticuladas, para definir con mayor claridad su objeto de intervención y su contribución distintiva, con autonomía respecto a otras profesiones (18).

    En este contexto de búsqueda y renovación, emergen con fuerza las perspectivas de la descolonización del Trabajo Social. Este enfoque crítico implica un cuestionamiento profundo de las bases modernas y coloniales sobre las que se ha construido históricamente la profesión, muchas de ellas importadas de contextos eurocéntricos o norteamericanos, que no siempre responden a las realidades y cosmovisiones de América Latina y, específicamente, de México (53). La propuesta decolonial busca establecer un diálogo con otras formas de construir conocimiento, otras epistemologías y otras existencialidades, enraizadas en las luchas históricas y contemporáneas de los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes y otros grupos oprimidos o subalternizados (53). Se trata de generar conocimientos y metodologías de intervención desde las propias cosmovisiones, saberes ancestrales y experiencias de liberación de estos pueblos, reconociendo su agencia y su capacidad para definir sus propios caminos de bienestar (54).

    Esto conlleva la adopción de una ética intercultural y decolonial que no solo reconozca la diversidad, sino que también interpele activamente los discursos hegemónicos, las relaciones de poder desiguales y las estructuras que perpetúan la opresión, promoviendo prácticas profesionales orientadas hacia la liberación y la emancipación (56).

    Hacia 2025, el Trabajo Social en México enfrenta, por tanto, el desafío y la invaluable oportunidad de profundizar en estos enfoques críticos y decoloniales. Esto implica ir más allá de la mera “adaptación” de los individuos a sistemas injustos, para asumir un rol más activo y comprometido con la transformación de las estructuras sociales, económicas y políticas que generan desigualdad y vulnerabilidad. Este camino requiere una revisión valiente de sus fundamentos teóricos y metodológicos, una apertura al diálogo de saberes y una disposición a resignificar su rol y sus prácticas desde perspectivas locales, participativas y emancipadoras. Publicaciones recientes de instituciones académicas como la ENTS-UNAM ya reflejan un interés creciente en estos debates sobre la descolonialidad y su relevancia para el Trabajo Social (4), lo que indica una tendencia que probablemente se fortalecerá en los próximos años.

6. Proyecciones y Recomendaciones Estratégicas para el Fortalecimiento del Trabajo Social en México (Horizonte 2025)

Para que el Trabajo Social en México no solo responda a los desafíos actuales sino que se posicione como un actor estratégico clave en el desarrollo social hacia 2025, se requieren acciones concertadas en múltiples frentes. Las siguientes recomendaciones se derivan del análisis precedente y buscan orientar los esfuerzos hacia la consolidación y el fortalecimiento de la profesión.

  • Innovación en la Formación Profesional: Actualización Curricular, Énfasis en Competencias del Siglo XXI y Vinculación con la Práctica.

    Es imperativo acelerar y profundizar la reforma de los planes de estudio en las instituciones que forman a trabajadores sociales (18). Esta actualización debe integrar de manera transversal y obligatoria las competencias demandadas en el siglo XXI. Esto incluye, de forma prioritaria, una sólida alfabetización y competencia digital, abarcando el manejo de tecnologías de la información y comunicación (TIC), la comprensión básica de la Inteligencia Artificial y el análisis de big data aplicados al campo social, así como nociones de ciberseguridad y ética digital (39). Junto a estas habilidades técnicas, se debe fortalecer el desarrollo del pensamiento crítico y analítico, la creatividad para el diseño de soluciones innovadoras, la resiliencia y adaptabilidad ante entornos cambiantes, y las habilidades para la investigación social rigurosa y la sistematización de experiencias profesionales.

    Se recomienda fomentar la adopción generalizada de modelos de enseñanza centrados en el estudiante, que promuevan el aprendizaje activo basado en la resolución de problemas reales y el desarrollo de proyectos sociales. Es crucial también fortalecer la vinculación de la academia con la práctica profesional, asegurando que los estudiantes tengan experiencias formativas significativas en escenarios reales y diversos, bajo supervisión calificada, que les permitan aplicar los conocimientos teóricos y desarrollar las competencias prácticas necesarias (14).

  • Dignificación de la Profesión: Estrategias para la Mejora de Condiciones Laborales, Salariales y Reconocimiento Social.

    La dignificación del Trabajo Social pasa ineludiblemente por la mejora de las condiciones en que se ejerce. Se recomienda fortalecer la capacidad de incidencia política y la representatividad de las organizaciones gremiales, . Estas organizaciones deben liderar esfuerzos para abogar por el establecimiento de tabuladores salariales justos y acordes con el nivel de formación (licenciatura y posgrado) y la complejidad de las responsabilidades que asumen los trabajadores sociales (20). Es fundamental promover la formalización del empleo en todos los sectores donde se desempeñan estos profesionales, garantizando el acceso a la seguridad social y a prestaciones laborales dignas. Asimismo, se debe impulsar la creación de un mayor número de plazas para trabajadores sociales en el sector público, especialmente en áreas clave como educación y salud, en concordancia con lo establecido en la Ley General de Educación (30) y las necesidades identificadas en la Ley General de Desarrollo Social.

    Paralelamente, es necesario implementar campañas de comunicación estratégica, dirigidas a la sociedad en general y a los tomadores de decisiones, para visibilizar el impacto positivo y la contribución esencial del Trabajo Social al bienestar individual y colectivo. Estas campañas deben combatir estereotipos anacrónicos sobre la profesión y promover una imagen actualizada de su valor estratégico y su base científico-técnica.

  • Adopción Ética y Eficaz de Herramientas Tecnológicas e Inteligencia Artificial.

    Ante la creciente integración de la tecnología en todos los ámbitos, el Trabajo Social debe adoptar estas herramientas de manera crítica, ética y eficaz. Se recomienda el desarrollo colaborativo (entre academia, gremio y profesionales) de guías y protocolos éticos específicos para el uso de TIC, el tele-trabajo social y las aplicaciones de Inteligencia Artificial en el contexto mexicano (3). Estos lineamientos deben asegurar la protección de datos personales de los usuarios, la confidencialidad, la no discriminación algorítmica, la transparencia en el uso de estas herramientas y, sobre todo, la calidad y calidez de la intervención, manteniendo siempre el componente humano como eje central.

    Es crucial promover programas de capacitación continua y accesible para los profesionales del Trabajo Social en el uso de estas nuevas tecnologías. Esta formación no debe limitarse al aspecto técnico-instrumental, sino que debe incluir una profunda reflexión crítica y ética sobre sus implicaciones, alcances y limitaciones en la práctica profesional (36).

  • Fortalecimiento de la Intervención en Áreas Prioritarias y Emergentes.

    El Trabajo Social debe estar preparado para responder a las necesidades cambiantes de la población. Se recomienda desarrollar e impulsar programas de especialización y actualización profesional en áreas de alta demanda y relevancia social, tales como la gerontología social, dada la transición demográfica hacia el envejecimiento (44); la atención integral a juventudes en contextos de vulnerabilidad y exclusión (48); la salud mental comunitaria, un campo con crecientes necesidades (23); y el trabajo social corporativo, vinculado a la responsabilidad social empresarial y la sostenibilidad (49).

    Además, es necesario fomentar la investigación y la creación de modelos de intervención innovadores y basados en evidencia para abordar problemáticas complejas y multifactoriales como la violencia de género en todas sus manifestaciones, las adicciones, el desplazamiento forzado interno y las consecuencias sociales del cambio climático.

  • Impulso a la Investigación, la Sistematización de Experiencias y la Práctica Basada en Evidencia (PBE).

    Para fortalecer la base de conocimiento de la profesión y mejorar la efectividad de sus intervenciones, es fundamental promover una cultura de investigación rigurosa y de Práctica Basada en Evidencia (PBE) en el Trabajo Social mexicano (58). Esto implica que las decisiones profesionales sobre qué tipo de intervención realizar, cómo y con quién, se fundamenten en la mejor evidencia científica disponible, integrada con la experiencia y el juicio clínico del profesional, y considerando siempre los valores, preferencias y particularidades de los usuarios y sus contextos socioculturales.

    Se debe incentivar y facilitar la sistematización de prácticas profesionales exitosas. Este proceso permite extraer aprendizajes valiosos desde la acción, generar conocimiento situado y contextualizado, y facilitar la replicabilidad y escalabilidad de intervenciones que han demostrado ser efectivas (59). Las instituciones académicas y las organizaciones empleadoras tienen un rol clave en fomentar estas prácticas.

  • Promoción y Aplicación de Metodologías de Evaluación de Impacto como el Retorno Social de la Inversión (SROI).

    Una recomendación estratégica de alto valor es la capacitación de los profesionales del Trabajo Social y de las organizaciones donde laboran en metodologías robustas de evaluación de impacto, tales como el Retorno Social de la Inversión (SROI) (60) y el Análisis Costo-Beneficio Social (ACBS) (67). Estas herramientas permiten medir y comunicar de manera tangible el valor social y, en muchos casos, económico, que generan las intervenciones de Trabajo Social.

    La capacidad de demostrar el impacto de las intervenciones de manera rigurosa y cuantificable no solo mejora la gestión interna de los programas y la eficacia de las acciones, sino que también se convierte en un argumento poderoso para la rendición de cuentas ante la sociedad y los financiadores. En un contexto donde los recursos públicos y privados para el sector social son a menudo limitados y competidos, poder demostrar que cada peso invertido en Trabajo Social genera un retorno social multiplicador puede ser crucial para justificar la inversión en estos servicios, asegurar su sostenibilidad financiera y ampliar su alcance de cara a 2025. La adopción de estas metodologías de evaluación de impacto no es solo una buena práctica, sino que se perfila como un diferenciador clave para las organizaciones y los profesionales del Trabajo Social que busquen ser más efectivos, transparentes y sostenibles en el futuro.

7. Conclusiones Generales

El análisis de la situación del Trabajo Social en México, con una mirada prospectiva hacia 2025, revela una profesión de indiscutible relevancia social, pero que enfrenta una encrucijada de desafíos significativos y oportunidades transformadoras. Su capacidad para navegar esta complejidad determinará su consolidación y su impacto en el desarrollo social del país.

  • Síntesis de los Hallazgos Clave sobre la Situación Actual del Trabajo Social.

    La formación de profesionales en Trabajo Social en México se caracteriza por una amplia oferta educativa, aunque con una distribución geográfica desigual, y una marcada feminización de la matrícula, lo que tiene implicaciones en la percepción y valoración de la profesión. Los planes de estudio están en un proceso de modernización, incorporando paulatinamente enfoques por competencias, temáticas transversales como género y derechos humanos, y una mayor vinculación con la práctica, aunque la profundidad y velocidad de estas reformas varían entre instituciones.

    En el ámbito laboral, los especialistas en Trabajo Social poseen un alto nivel de escolaridad, pero enfrentan condiciones salariales modestas y, en ocasiones, precarias, a pesar de una tasa de informalidad general relativamente baja, explicada en parte por su concentración en el sector público. Los sectores de empleo son diversos, destacando salud, educación y asistencia social, aunque emergen nichos en el ámbito de la justicia y, potencialmente, en el sector corporativo.

    El marco normativo, con leyes como la General de Desarrollo Social y la General de Educación, ofrece un sustento legal importante para la actuación del Trabajo Social, reconociendo su rol en áreas cruciales. Sin embargo, la traducción de estos marcos en recursos, plazas y participación efectiva en el diseño de políticas sigue siendo un desafío. Las organizaciones gremiales, como , juegan un papel en la representación y la incidencia, aunque su fortalecimiento es clave para una mayor efectividad.

    Los principales desafíos identificados giran en torno a la necesidad de una dignificación salarial y laboral, la urgencia de desarrollar competencias adaptadas a las demandas del siglo XXI (especialmente digitales y analíticas), la adopción ética y eficaz de las nuevas tecnologías, la respuesta a dinámicas sociodemográficas complejas como el envejecimiento poblacional y las necesidades de la juventud, y la profundización de perspectivas críticas y decoloniales que fortalezcan la identidad y la praxis transformadora de la profesión.

  • Visión Prospectiva y Reafirmación del Papel Estratégico del Trabajo Social para el Desarrollo Social en México hacia 2025.

    El Trabajo Social en México se encuentra en una coyuntura definitoria. Hacia 2025, su papel será aún más estratégico si logra capitalizar las oportunidades de modernización, adaptarse proactivamente a las nuevas demandas sociales y tecnológicas, y consolidar su voz e incidencia en la formulación e implementación de políticas públicas. La profesión está llamada a ser un agente catalizador del cambio social, contribuyendo activamente a la construcción de una sociedad más justa, equitativa, incluyente y sostenible (6). Su capacidad para integrar la innovación en la formación, mejorar las condiciones de sus profesionales, adoptar tecnologías con un enfoque ético, especializarse en áreas prioritarias, y fundamentar su práctica en la evidencia y la evaluación de impacto, será determinante.

    Los desafíos identificados –bajos salarios, la necesidad de nuevas competencias, la integración ética de la tecnología, la urgencia de una reconceptualización profunda y la adaptación a contextos cambiantes– no son elementos aislados, sino que están intrínsecamente interconectados. Por ejemplo, la falta de inversión en salarios y condiciones laborales dignas puede dificultar la atracción y retención de talento, así como la inversión individual y institucional en la formación continua que se requiere para adquirir nuevas competencias tecnológicas y analíticas. De igual manera, una adopción acrítica de la tecnología, desprovista de una base ética sólida y de una reflexión teórica profunda (que puede nutrirse de los enfoques de reconceptualización y decoloniales), podría derivar en prácticas que, lejos de emancipar, refuercen desigualdades o deshumanicen la intervención.

    Por lo tanto, abordar estos desafíos de manera integral, sistémica y estratégica será fundamental para que el Trabajo Social en México no solo supere sus obstáculos actuales, sino que alcance su pleno potencial como una profesión líder en la promoción del bienestar y la justicia social en el horizonte del 2025 y más allá. La colaboración entre las instituciones educativas, las organizaciones gremiales, los profesionales en ejercicio y los tomadores de decisiones será esencial para materializar esta visión.

Leví Calderón Clemente
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