una deuda pendiente para más de 35 millones de mexicanos

Publicado por Emprendimiento en

En México, el derecho a un empleo que brinde seguridad, estabilidad y bienestar sigue siendo una promesa lejana para millones. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), 35.6 millones de personas carecen de al menos uno de los elementos básicos del trabajo digno en México, como el acceso a la salud. Este indicador refleja una realidad alarmante: el 60% de la población ocupada trabaja sin seguridad social, sin prestaciones y con ingresos insuficientes para cubrir dos canastas básicas.

Durante las últimas dos décadas, esta cifra apenas ha disminuido cinco puntos porcentuales. Más que un asunto de moral o ética, el trabajo digno en México está vinculado con las condiciones estructurales que determinan si el empleo mejora o precariza la vida de una persona. Cuando falta uno solo de sus componentes —ingresos suficientes, prestaciones, estabilidad o acceso a salud— se rompe la posibilidad de alcanzar un empleo verdaderamente decente.

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La seguridad social, el punto más débil del trabajo digno en México

De acuerdo con El Economista, Acción Ciudadana Frente a la Pobreza (ACFP) recuerda que la seguridad social es más que un beneficio: es un derecho humano. Su ausencia significa carencia en múltiples dimensiones de la vida. Sin seguro social, las personas trabajadoras y sus familias quedan sin acceso a servicios médicos, cuidados infantiles, protección en caso de enfermedad o accidente, y pensiones para la vejez.

trabajo digno en México

Esta exclusión tiene un impacto directo en los indicadores de pobreza. La afiliación al seguro social es una puerta de entrada al bienestar, pero también una frontera invisible que separa a quienes tienen oportunidades de quienes viven al margen del sistema. Avanzar hacia el trabajo digno en México implica garantizar que nadie quede fuera de esa red de protección.

Ingresos insuficientes: trabajar y seguir siendo pobre

Si bien el incremento al salario mínimo ha ayudado a reducir la pobreza laboral, aún está lejos de alcanzar un ingreso digno. Hoy, se necesitarían más de 13,000 pesos mensuales —equivalentes a dos canastas básicas— para considerar un salario adecuado. Sin embargo, 22.9 millones de personas ganan solo el mínimo, lo que representa el 38.5% de la fuerza laboral.

La desigualdad salarial limita la movilidad social y perpetúa la precariedad. Trabajar tiempo completo sin lograr cubrir necesidades básicas es una contradicción que impide el desarrollo humano. Para transformar esta realidad, las políticas laborales deben centrarse en la redistribución justa del ingreso y en garantizar que todo empleo formal sea también un empleo digno.

Prestaciones laborales: avances lentos, brechas persistentes

Las prestaciones laborales —como vacaciones, aguinaldo o licencias— son otro pilar del trabajo digno en México. Aunque en los últimos 20 años se redujo el porcentaje de trabajadores subordinados sin prestaciones de 45.8% a 30.4%, todavía hay 12.3 millones de personas sin acceso a estos derechos básicos.

Esta mejora refleja un avance, pero no una solución estructural. La carencia de prestaciones sigue concentrándose en sectores con alta rotación, temporalidad y bajos salarios, lo que evidencia una desigualdad sistémica en la protección al trabajador. Sin estos elementos, la estabilidad y el bienestar continúan siendo privilegios, no garantías.

Empleo formal, sin garantía de dignidad

El trabajo formal no siempre equivale a trabajo decente. Un análisis de ACFP muestra que 56% de quienes laboran en la iniciativa privada —más de 12 millones de personas— perciben menos de 12,500 pesos al mes. Aunque el empleo formal ofrece mayor estabilidad y acceso a prestaciones, no siempre asegura un ingreso suficiente para vivir con dignidad.

Entre 2018 y 2024, hubo una reducción de 2.5 millones de trabajadores formales con ingresos bajos, impulsada principalmente por medianas y grandes empresas. Aun así, la precariedad persiste en microempresas y empleos por cuenta propia, donde los derechos laborales son la excepción. Esto demuestra que la formalidad, por sí sola, no garantiza el trabajo digno en México.

Un reto colectivo para cerrar la brecha

El trabajo digno no debe entenderse como un lujo, sino como la base del bienestar social y económico. Garantizarlo requiere políticas laborales más inclusivas, empresas comprometidas con la justicia salarial y una sociedad civil vigilante que exija su cumplimiento.

Mientras millones de personas sigan trabajando sin seguridad social, ingresos suficientes o prestaciones, el país continuará arrastrando una deuda que impide su desarrollo pleno. Avanzar hacia el trabajo digno en México no solo significa mejorar las condiciones laborales, sino también construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos.

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