¿Por qué las compensaciones de carbono son un fracaso? Estudio explica
Durante años, pagar por compensaciones de carbono ha sido una práctica aceptada entre empresas que buscan equilibrar sus emisiones. La idea parece lógica: si no puedes reducir tu huella de carbono directamente, puedes financiar proyectos que lo hagan por ti. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Annual Reviews señala que esta solución, lejos de ser efectiva, es parte de un sistema fallido que no logra detener el calentamiento global.
Según The Guardian, el análisis, liderado por investigadores de la Universidad de Oxford, revela que después de 25 años de intentos, el modelo de compensación no ha demostrado resultados sólidos. El problema, según los expertos, no radica en algunos proyectos mal ejecutados, sino en un sistema estructuralmente defectuoso que perpetúa la ilusión de progreso climático mientras las emisiones globales continúan aumentando.
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Pagar por compensaciones de carbono: una idea que no cumplió su promesa
En teoría, pagar por compensaciones de carbono permite a los grandes emisores apoyar acciones climáticas de bajo costo en otros países, equilibrando así su impacto ambiental. Pero en la práctica, los mercados voluntarios se han visto contaminados por lo que los expertos denominan “compensaciones basura”: créditos que no representan reducciones reales de emisiones.
El estudio identifica cuatro fallas principales: créditos asignados a proyectos que ya existían, iniciativas temporales como reforestaciones que se pierden en incendios, fugas de emisiones al desplazar la deforestación a otros sitios y duplicidad en la contabilización de resultados. Estas deficiencias restan credibilidad al mecanismo y distorsionan los avances hacia los objetivos climáticos globales.

Las cifras no mienten
Un metaanálisis publicado en Nature Communications demostró que menos del 16% de los créditos de carbono analizados reflejan verdaderas reducciones en gases de efecto invernadero. Esto sugiere que el impacto de pagar por compensaciones de carbono ha sido ampliamente sobreestimado.
Benedict Probst, fundador del Net Zero Lab del Instituto Max Planck, explica que el problema no está en la falta de buenas intenciones, sino en la ausencia de control y transparencia. Los vacíos de información, los conflictos de interés en la creación de normas y la falta de personal en las instituciones reguladoras han permitido que los errores se multipliquen.
Reformar o eliminar: el dilema del mercado de carbono
A pesar de los esfuerzos por reformar el sistema, como los realizados por el Consejo de Integridad para el Mercado Voluntario de Carbono (ICVCM), los investigadores de Oxford recomiendan una transformación más profunda. Sugieren eliminar gradualmente las compensaciones que no absorben activamente CO₂ y redirigir los esfuerzos hacia proyectos de eliminación y almacenamiento de carbono de alta calidad.
En este nuevo enfoque, las empresas no podrían afirmar que compensan sus emisiones, sino que contribuirían directamente a soluciones climáticas significativas. Esta propuesta busca romper con la narrativa complaciente de “neutralidad de carbono” y centrar la atención en acciones con evidencia tangible.

Pagar por compensaciones de carbono: ¿una cortina de humo?
El investigador Stephen Lezak resume la situación con contundencia: “Debemos dejar de esperar que la compensación de carbono funcione a gran escala”. Su mensaje refleja una llamada a la honestidad y la rendición de cuentas en la lucha contra el cambio climático.
No todo está perdido. Algunos proyectos aún muestran potencial, como la instalación de cocinas limpias o la captura de gas en vertederos. Sin embargo, los expertos advierten que estos casos son excepcionales y que el verdadero reto es transformar el sistema, no remendarlo.
Hacia un nuevo modelo de responsabilidad climática
El fracaso del modelo de pagar por compensaciones de carbono deja una lección importante: no se puede delegar la responsabilidad ambiental. Las empresas deben priorizar la reducción directa de sus emisiones y adoptar estrategias de mitigación basadas en ciencia, no en contabilidad.
El cambio no vendrá de créditos ni etiquetas, sino de un compromiso real con la sostenibilidad. Si algo nos enseña este estudio, es que la neutralidad climática no se compra: se construye con acciones, transparencia y voluntad de cambio.