La gran mentira del plástico » Enrique Dans

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IMAGE: Pete Linforth - Pixabay

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «El plástico como desastre planetario» (pdf), y pretende, al hilo del anuncio de algunos países de plantear una reducción de la producción global de plástico que alcanzaría un 40% en un plazo de quince años tomando como base la producción de 2025, hacer un resumen de una situación desastrosa y llena de mentiras interesadas.

El plástico es un material enormemente versátil, hasta el punto de que el adjetivo «plasticidad» denota precisamente eso, versatilidad, adaptabilidad o flexibilidad. Pero precisamente esa versatilidad, unida a la facilidad de su producción, lo ha convertido en uno de los mayores desastres medioambientales conocidos: entre los años 1950 y 2017 se fabricaron nada menos que 9,200 millones de toneladas de plástico, de las cuales más de la mitad se produjeron tan solo desde el año 2004. Es un problema brutalmente creciente, casi exponencial, que nos lleva a plantearnos los límites del planeta para absorber una basura prácticamente indestructible, que permanece en los ecosistemas durante cientos de años. Hay plástico absolutamente en todas partes, desde en las nubes hasta en nuestro torrente sanguíneo.

El plástico no es un producto esencial, sino un producto esencialmente peligroso. Hasta el momento, todos los intentos de prohibir los plásticos de un solo uso han resultado en incrementos en la producción de plástico, debido a la habilidad de las compañías para encontrar formas de evitar las restricciones. Un problema similar al de los combustibles fósiles, y con el mismo tipo de mentiras: 56 compañías son responsables de más de la mitad de los residuos de plástico que encontramos en el medio ambiente, con Coca-Cola muy destacada a la cabeza con un 11%, seguida a gran distancia por PepsiCo con un 5%. Compañías empeñadas en ofrecer a su mercado, a nosotros, una solución para que podamos consumir sus bebidas en cualquier lugar y con la posibilidad de taparlas en cualquier momento, y que además de negarse a cambiar, se inventan supuestas soluciones basadas en un hipotético reciclaje y en el más absoluto greenwashing que, en realidad, son completamente mentira.

La industria del petróleo sabía perfectamente que el reciclaje del plástico era una inmensa mentira desde los años ’70: tan solo el 10% del plástico producido a lo largo de la historia ha llegado a ser reciclado, el 90% restante está a nuestro alrededor. El reciclaje nunca ha funcionado y nunca va a funcionar, es una mentira miserable que está acabando con nuestro planeta, y la única solución existente es reducir la producción de plástico todo lo que podamos y hacerlo tan caro que solo se produzca para aquellos usos en los que sea verdaderamente imprescindible, además de crear para esos usos una verdadera economía circular.

Algo que solo podemos conseguir planteándonos qué compañías llevan años engañándonos, que lo hacen porque solo nosotros se lo permitimos – es más, ellas dicen que «se lo pedimos» – y si realmente necesitamos consumir sus productos, o si realmente ese consumo justifica su inacción en temas medioambientales. La solución no es poner sus envases en el contenedor amarillo para que acaben donde siempre, sino votar con tu bolsillo y obligarles a dejar de utilizar esos envases.

Plantéatelo. En tus patrones de consumo está la justificación que esas compañías utilizan para seguir produciendo sus envases y para seguir alimentando uno de los mayores desastres medioambientales de la historia de este planeta. Es el momento de cambiar.

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