Joan Manuel Serrat y Leonardo Padura, nuevos doctores honoris causa de la Universidad de Guadalajara

Publicado por Emprendimiento en

acto de doctorado honoris causa

La Universidad de Guadalajara ha vuelto a situarse en el centro del mapa cultural iberoamericano al conceder su doctorado honoris causa a dos figuras de referencia: el cantautor barcelonés Joan Manuel Serrat y el escritor cubano Leonardo Padura. Ambos reconocimientos se entregaron en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), una de las citas literarias más importantes del mundo en español.

Con estas distinciones, la UdeG subraya su voluntad de reconocer trayectorias que han marcado la cultura contemporánea desde ámbitos distintos pero complementarios: la canción de autor y la narrativa. Las ceremonias, celebradas en la capital jalisciense, han servido también para reforzar los lazos entre México, España y Cuba a través de la música, la literatura y el pensamiento crítico.

Contenido

El doctorado honoris causa a Joan Manuel Serrat: música, palabra y una larga historia con México

investidura de doctor honoris causainvestidura de doctor honoris causa

El cantautor catalán recibió en Guadalajara la máxima distinción académica que otorga una universidad, un doctorado honoris causa concedido por la UdeG como reconocimiento a su extensa carrera y a la relación de complicidad que mantiene desde hace décadas con el país. La ceremonia tuvo lugar en el histórico Paraninfo Enrique Díaz de León, un espacio emblemático que alberga murales de José Clemente Orozco y que suele reservarse para los actos más solemnes de la institución.

Durante el acto, Serrat subrayó que en la música, en las canciones y en las enseñanzas artísticas se pueden alcanzar hallazgos tan decisivos como en la ciencia, insistiendo en que el arte también tiene un efecto sanador entre las personas. Lejos de idealizar su trayectoria, el barcelonés recordó sus orígenes modestos y explicó que en su familia no había artistas, sino obreros y campesinos que cantaban por gusto, algo que fue forjando, casi de forma natural, su vocación por la canción de autor.

El artista relató que su afición empezó de niño, mientras ayudaba a su madre en las tareas domésticas y hojeaba los cancioneros que compraba los domingos con las pesetas que le daba su abuela. Esa mezcla de trabajo cotidiano y curiosidad musical acabó convirtiéndose en una profesión que, según confesó, le proporciona una profunda sensación de felicidad. No dejó de insistir en que su éxito no se explica sólo por la inspiración, sino por un trabajo constante con las palabras, pulidas como el alfarero modela el barro.

El doctorado honoris causa otorgado por la Universidad de Guadalajara tiene para Serrat un significado especial por la intensa relación que mantiene con el país desde hace más de cincuenta años. El músico recordó tanto sus primeras visitas como su etapa de exilio en México en los años setenta, un periodo clave de su biografía personal y artística. Para él, esta distinción refuerza una “cadena de amor” tejida con el público mexicano a lo largo de medio siglo.

La entrega del título coincidió con la participación de Serrat en la 39ª edición de la FIL de Guadalajara, en la que Barcelona acudió como ciudad invitada de honor. El cantautor fue uno de los nombres que más asistentes congregó en el recinto ferial, hasta el punto de que en un encuentro con jóvenes se quedaron personas fuera por la expectación generada. Además del honor académico, las autoridades locales anunciaron que el Ayuntamiento de Guadalajara le hará entrega de las llaves de la ciudad, en un gesto simbólico que refuerza la cercanía del músico con la capital tapatía.

En sus intervenciones, representantes de la UdeG y de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar destacaron que Serrat es una figura esencial de la canción de autor en catalán y en español, y subrayaron que su obra se ha entrelazado con los procesos políticos y culturales de la España contemporánea. Desde la universidad se puso el acento en que su música ha contribuido a promover valores como la libertad, la justicia social, la diversidad lingüística y el pensamiento crítico, aspectos que han pesado en la decisión de concederle este reconocimiento.

Leonardo Padura, doctor honoris causa por su aporte a la literatura iberoamericana

En otra ceremonia en la misma FIL de Guadalajara, la Universidad de Guadalajara invistió doctor honoris causa al escritor cubano Leonardo Padura, una de las voces más reconocidas de la narrativa en lengua española. La institución mexicana quiso homenajear tanto su trayectoria literaria como su labor periodística, destacando el valor social, el humanismo y la mirada crítica que atraviesan su obra.

La rectora general de la UdeG, Karla Planter Pérez, describió a Padura como “una de las plumas más lúcidas de nuestro tiempo” y recordó que este tipo de distinciones se reserva a personalidades que han ennoblecido el trabajo de la humanidad desde la ciencia, las artes o las humanidades. A su juicio, el autor cubano ha logrado reflejar con enorme precisión la complejidad histórica y social de Iberoamérica, abordando la memoria, las tensiones políticas y la vida cotidiana sin renunciar al rigor literario.

Planter repasó la larga relación del escritor con la universidad, iniciada en 1991 cuando la editorial de la UdeG publicó Pasado perfecto, la primera novela de la serie del detective Mario Conde. Aquel libro, que había sido censurado en Cuba, se editó en México con no pocos problemas de impresión, algo que Padura recordó con ironía, pero que le abrió la puerta a seguir desarrollando a su personaje más conocido y a consolidar su vínculo con Guadalajara.

En el acto intervino también Dulce María Zúñiga Chávez, rectora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades y directora de la Cátedra Julio Cortázar, quien definió a Padura como una de las voces más coherentes y universales de la literatura contemporánea. Puso como ejemplo obras como El hombre que amaba a los perros, donde el autor enlaza la historia de León Trotsky con su propia experiencia en un país de corte comunista, para reflexionar sobre la utopía política y su posterior degradación.

Zúñiga subrayó que, en las novelas de Padura, el crimen funciona sólo como un punto de partida para examinar la realidad de La Habana, transformando el relato policíaco en un espacio para debatir sobre ética, memoria, culpa y dignidad. La universidad quiso así reconocer a un escritor que ha hecho de la palabra su territorio de libertad, manteniéndose fiel a su barrio y a su país pese a las condiciones sociales, políticas y económicas restrictivas que ha afrontado.

En su discurso de agradecimiento, el autor de 70 años recordó que no posee ningún título de doctor en Cuba, pero que ya suma dos doctorados honoris causa en México, entre ellos el de la Universidad Nacional Autónoma de México. Admitió que el país ha sido determinante en su trayectoria, desde la primera publicación de Pasado perfecto hasta el impulso que recibió para continuar con Mario Conde y consolidar su obra. “México tiene mucha culpa de quién soy y de lo que he podido hacer”, reconoció.

Padura insistió en que escribir siempre debe responder a una pregunta clara: “¿para qué voy a escribir algo?”. Según explicó, buena parte de su literatura nace de su vida cotidiana en Cuba, de su casa y de su barrio, que son el lugar donde encuentra las experiencias que alimentan sus historias. Aludió también a El hombre que amaba a los perros, novela en la que buscó reflexionar sobre las múltiples causas que rodearon la revolución y la perversión de una gran utopía política, subrayando el fuerte componente cívico de su trabajo literario.

El reconocimiento de la UdeG se suma a otros galardones relevantes en su carrera, como el Premio Nacional de Literatura de Cuba, el Premio Roger Caillois o el Premio Princesa de Asturias de las Letras, que han consolidado a Padura como una figura central en la literatura iberoamericana. La universidad mexicana, sin embargo, quiso destacar especialmente la lealtad mutua entre el escritor y la institución, forjada a lo largo de más de tres décadas de colaboración.

Un puente cultural entre España, Cuba y México a través del doctorado honoris causa

Las investiduras de Joan Manuel Serrat y Leonardo Padura como doctores honoris causa en Guadalajara van más allá del reconocimiento personal y se leen también como un gesto simbólico de diálogo cultural entre tres orillas del ámbito hispano: España, Cuba y México. La FIL, con Barcelona como ciudad invitada, ha servido de escenario para visibilizar cómo la música y la literatura pueden funcionar como lenguajes compartidos que articulan memorias, afectos y debates públicos.

En el caso de Serrat, la UdeG ha puesto de relieve una trayectoria que ha acompañado a varias generaciones en España y América Latina, con canciones que han sido banda sonora de cambios políticos y sociales. Su defensa de la libertad, de las lenguas catalana y castellana y de la justicia social ha convertido su repertorio en un referente más allá del ámbito estrictamente musical, algo que la universidad mexicana ha querido subrayar al otorgarle su máxima distinción académica.

Con Padura, la institución ha querido destacar la capacidad de la literatura para cuestionar la realidad desde dentro, poniendo el foco en una ciudad concreta, La Habana, pero alcanzando al mismo tiempo una dimensión universal. Sus novelas, en las que el género policíaco sirve como excusa para abordar temas como la memoria colectiva o el desencanto político, han contribuido a ampliar el mapa de la narrativa en español y a ofrecer nuevas lecturas sobre la historia reciente.

Las ceremonias celebradas en Guadalajara confirman el papel de la Universidad de Guadalajara como actor central en la vida cultural mexicana e iberoamericana. Al conceder doctorados honoris causa a figuras de la música y la literatura, la institución refuerza la idea de que el conocimiento no se limita al ámbito científico o técnico, sino que se alimenta también de la creación artística, del pensamiento crítico y de la reflexión sobre la sociedad.

Este doble homenaje deja una imagen clara: en el Paraninfo Enrique Díaz de León y en los espacios de la FIL se entrecruzan la voz de un cantautor que hizo de la palabra cantada un instrumento de compromiso y la de un novelista que ha convertido el relato policíaco en una herramienta para indagar en la historia y en la conciencia colectiva. Dos trayectorias diferentes que, sin embargo, coinciden en una misma idea de fondo: que la cultura, ya sea a través de una canción o de una novela, sigue siendo una de las formas más potentes de entender el mundo y de tejer vínculos entre sociedades distintas.

Artículo relacionado:

Becas para enseñanzas artísticas: guía completa, cuantías y opciones


Ver fuente