Empresas reducen el ruido en ESG, pero refuerzan la acción
En los últimos años, el debate sobre la sostenibilidad corporativa ha estado marcado por voces que advierten un supuesto “invierno ESG”. Sin embargo, una investigación reciente de Bain & Company, que analizó más de 35,000 declaraciones de 150 empresas líderes, revela que esta percepción no refleja la realidad completa. Aunque las menciones a ESG han disminuido en la comunicación de los directores ejecutivos, la investigación indica que lo que parece silencio es, en realidad, una mayor concentración en resultados tangibles.
Este hallazgo sugiere que estamos entrando en una fase de madurez en la que las compañías priorizan el impacto sobre el discurso. Según Bain, la despriorización de la sostenibilidad ha tocado fondo y las empresas están reforzando su compromiso mediante acciones concretas. Para los especialistas en responsabilidad social, esto representa un cambio estratégico: menos marketing y más enfoque en métricas, inversiones rentables y transición acelerada hacia modelos sostenibles.
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Acción en ESG: de la retórica a la implementación
Los primeros años de adopción de criterios ESG se caracterizaron por ambiciosos compromisos y promesas públicas de alcanzar el cero neto. Sin embargo, en 2023 los directores ejecutivos revisaron sus estrategias y ajustaron sus prioridades, buscando optimizar el retorno de inversión. Este cambio ha creado una “brecha entre lo que se dice y lo que se hace”, como lo describe Jean-Charles van den Branden, de Bain, que más que un retroceso es un indicio de madurez empresarial.
En este contexto, la acción en ESG se vuelve un diferenciador competitivo. Las empresas están invirtiendo en estrategias de descarbonización que no solo reducen su impacto ambiental, sino que también generan beneficios económicos. Ejemplos incluyen mejoras de eficiencia energética y el rediseño de productos bajo principios de economía circular.
El estudio de Bain revela que el 25% de las emisiones globales podría reducirse de manera rentable hoy mismo, mientras que otro 32% adicional podría lograrse en el mediano plazo si se alinean políticas públicas y preferencias de consumo. Esto confirma que la sostenibilidad no es solo una obligación ética, sino también una oportunidad financiera.

Para los profesionales de ESG, el mensaje es claro: la fase de anuncios masivos ha terminado y el valor está en ejecutar proyectos medibles. La acción en ESG se convierte en la pieza central de la agenda corporativa y en el indicador clave para evaluar a los líderes del mercado.
Consumidores y clientes impulsan el cambio
La investigación de Bain también muestra que los consumidores siguen preocupados por el impacto ambiental y social de las marcas. En una encuesta a más de 14,000 personas en ocho países, el 80% afirmó que la sostenibilidad sigue siendo importante, incluso en un entorno de incertidumbre económica. Esta demanda presiona a las empresas a mantener programas sólidos de ESG, aun cuando no lo comuniquen con la misma intensidad.
El estudio también analizó la percepción en empresas B2B de sectores como automoción, química y construcción. Más del 50% de estas organizaciones prioriza la compra a proveedores más sostenibles, y el 70% planea aumentar su gasto en ellos en los próximos tres años. Esto demuestra que la acción en ESG también se convierte en un criterio de competitividad dentro de las cadenas de suministro.
A pesar de que el enfoque mediático en sostenibilidad parece disminuir, el mercado está recompensando a las compañías que integran criterios ambientales y sociales en su modelo de negocio. Esta tendencia confirma que el verdadero valor de ESG radica en su capacidad para fortalecer la relación con clientes y socios estratégicos.
El reto ahora para las empresas es encontrar el balance entre comunicar sus logros y evitar el greenwashing. La transparencia, respaldada con datos verificables, se vuelve fundamental para generar confianza y responder a la presión de consumidores informados.

Tecnología e inteligencia artificial en la agenda
Uno de los hallazgos más relevantes de Bain es el creciente interés de las empresas en usar inteligencia artificial para acelerar la transición sostenible. De los 400 ejecutivos entrevistados, casi el 80% considera que la IA puede hacer contribuciones significativas en eficiencia y reducción de emisiones. Sin embargo, más de la mitad aún está en fase piloto, explorando casos de uso y midiendo resultados.
El potencial de la IA para apoyar la acción en ESG es evidente: desde optimizar rutas logísticas para reducir emisiones hasta diseñar materiales de bajo impacto ambiental. No obstante, el informe advierte sobre los riesgos: en un escenario de alto crecimiento, los centros de datos de IA podrían generar hasta 810 millones de toneladas de CO₂ para 2035, el equivalente al 2% de las emisiones globales.
Esto significa que la digitalización debe ir acompañada de inversiones en energía limpia y eficiencia en la infraestructura de datos. Las empresas que lo logren podrán aprovechar el poder de la IA sin comprometer sus metas de sostenibilidad.
Para los equipos de RSE, la lección es clara: la tecnología es un aliado, pero requiere una gestión cuidadosa para evitar que la huella digital se convierta en una nueva fuente de emisiones. La planificación estratégica de TI y la colaboración con proveedores de nube sostenible serán esenciales.
Barreras y oportunidades para las PYMES
El panorama no es uniforme para todas las empresas. Una encuesta de money.co.uk reveló que el 44% de las pymes del Reino Unido identifican las finanzas como su mayor obstáculo para implementar criterios ESG. Los costos iniciales (38%) y la falta de conocimiento (36%) son otros factores que frenan su avance.
Esta realidad implica que, mientras las grandes corporaciones avanzan con estrategias sofisticadas, las pymes necesitan apoyo para integrarse en la cadena de valor sostenible. Sin financiamiento accesible y capacitación, su acción en ESG se mantendrá limitada.
Las federaciones empresariales y gobiernos tienen un papel clave al ofrecer incentivos, programas de formación y acceso a soluciones tecnológicas a bajo costo. De esta forma, las pequeñas empresas podrán contribuir al objetivo colectivo de cero emisiones netas en 2050.
Para los lectores especializados, este es un llamado a impulsar colaboraciones público-privadas y modelos de negocio inclusivos que permitan que todas las empresas, sin importar su tamaño, participen de manera activa en la transición.

Menos discurso, más resultados
El panorama actual demuestra que la reducción en la comunicación de temas ESG no equivale a un retroceso, sino a un enfoque más pragmático. Las compañías están destinando recursos a proyectos que generan impacto real, acelerando su transición hacia modelos sostenibles.
Para los profesionales de RSE, este es el momento de priorizar métricas, colaborar en ecosistemas de innovación y garantizar que cada inversión genere resultados medibles. La acción en ESG ha dejado de ser opcional: es la nueva medida del liderazgo empresarial.