El sodio y la transición energética » Enrique Dans

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IMAGE: Brightyellowjeans (CC BY-SA)

La compañía norteamericana Natron Energy culmina la fase de laboratorio y comienza la producción en masa de sus baterías de sodio en los Estados Unidos, un hito fundamental en la transición energética.

El sodio es un elemento extremadamente abundante en la corteza terrestre, entre quinientas y mil veces más abundante que el litio, y más importante aún, puede ser extraído sin necesidad de prácticamente ningún tipo de minería agresiva. El resto de los elementos en las baterías de sodio de Natron Energy, que son fundamentalmente aluminio, hierro y manganeso, pueden también ser obtenidos de manera relativamente sencilla y mediante una cadena de valor libre de disrupciones geopolíticas, otra cuestión de gran importancia de cara a la estabilidad de su producción y de su precio.

Las baterías de sodio tienen dos características muy interesantes: por un lado, se cargan y descargan a una velocidad diez veces más rápida que las clásicas de iones de litio, un nivel de capacidad de carga/descarga inmediata que convierte a las baterías en un competidor principal para los altibajos del almacenamiento de energía de respaldo. Por otro, tienen una vida útil estimada en más de cincuenta mil ciclos, también superior a la de las baterías convencionales que utilizan litio, y son también perfectamente reciclables sin generar ningún tipo de residuo tóxico, peligroso o difícil de eliminar cuando terminan esa vida útil. Además, el coste es inferior en varios órdenes de magnitud (una tonelada de hidróxido de litio se mueve en torno a los $78,000, mientras que una de hidróxido sódico está entre los $300 y los $800), y no son inflamables.

Estas características hacen de las baterías de sodio un candidato perfecto para instalarlas no para aplicaciones de movilidad por el momento, sino para un uso estático, típicamente como reserva de electricidad para, por ejemplo, unidades domésticas o en parques de generación de energías renovables, como una forma de paliar su natural intermitencia.

Aunque Natron no ha publicado una cifra de densidad de energía por peso, algunos artículos recientes sitúan sus baterías de iones de sodio en torno a los 70 Wh/kg, lo que se alinea bien con el plan de negocio de la compañía, basado en usos exclusivamente estacionarios. Para plantear este tipo de baterías como una posibilidad razonable para aplicaciones de movilidad como vehículos eléctricos, deberían alcanzar algo más del doble de esa densidad. El 2021, el fabricante chino de baterías CATL ya mostró una batería de iones de sodio de 160 Wh/kg, y tiene planes de aumentar esa densidad a más de 200 Wh/kg precisamente con el fin de satisfacer mejor y de manera más económica las necesidades de los vehículos eléctricos.

Los avances en la tecnología de las baterías son constantes desde ya hace mucho tiempo: fuertes reducciones de costes, nuevas formulaciones y rendimientos cada vez mayores convierten a las baterías en uno de los elementos fundamentales para una transición energética fundamental, para convertir de una vez por todas los combustibles fósiles en algo del pasado. Lo vamos a ver, y va a tardar mucho menos de lo que algunos piensan.

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