El nuevo sistema operativo del consumo » Enrique Dans
La alianza entre Walmart y OpenAI, que permitirá comprar directamente desde ChatGPT, no es un simple anuncio más o un avance menor en comercio electrónico: es la consolidación del modelo en el que la inteligencia artificial deja de ser herramienta para convertirse en intermediario universal. Walmart habla de «agente de compra proactivo», capaz de aprender, prever y actuar antes de que el cliente decida.
El riesgo no es tecnológico, sino estructural: como escribí hace una semana, ChatGPT quiere ser el nuevo sistema operativo, no del ordenador, sino de la vida cotidiana. Cada vez que una gran empresa se integra en su interfaz, como Walmart o Sam’s Club, refuerza un ecosistema donde el usuario no busca, no compara, no elige: acepta.
El consumo se vuelve conversacional, pero no libre: más cómodo, pero también más dirigido. Algunos lo presentan como «una revolución en la experiencia de compra«, pero en realidad es el triunfo de la intermediación algorítmica. El consumo está dirigido por un agente, sí… pero no es tu agente ni actúa necesariamente optimizando tu consumo. Es el agente de otros.
Detrás del discurso de conveniencia se esconde la transferencia total de agencia: permitir que sea el sistema el que piense por nosotros. ChatGPT sabrá qué necesitamos, cuándo y en qué formato. La compra deja de ser una decisión para convertirse en una serie de sugerencias que aceptamos. Ese desplazamiento de voluntad es el verdadero objetivo: construir una infraestructura de consumo automatizado donde la inteligencia artificial gestione la economía doméstica.
Lo que más inquietante me parece es la lógica de concentración. Si analizamos el poder emergente de los grandes modelos, las interfaces de inteligencia artificial no solo reorganizan industrias: reconfiguran la atención y la dependencia: Walmart, el mayor minorista del planeta, cede una parte de su relación directa con el cliente a la plataforma de otro gigante, OpenAI. La tienda deja de ser un destino y pasa a ser una función dentro de un ecosistema centralizado.
Lo llaman agentic commerce, pero el agente no es el consumidor: es el algoritmo. Un agente que aprende del historial, de las emociones expresadas, de los patrones de conversación, para supuestamente recomendar «lo óptimo». La frontera entre ayudar y manipular se difumina completamente. Hoy compra detergente y cereales, mañana decidirá qué información o qué entretenimiento nos conviene consumir.
El precedente es claro, porque cada revolución tecnológica ha pasado por la misma secuencia: primero la conveniencia, luego la dependencia, después el control. Si ChatGPT logra monopolizar la capa conversacional de la vida, la interfaz con la que pedimos, compramos, preguntamos y aprendemos, será el sistema operativo del mundo. No necesitaremos salir de él, ni sabremos hacerlo.
La alianza de Walmart con OpenAI no trata solo de comercio: es un experimento sobre obediencia digital. Nos acerca al momento en que nuestras decisiones cotidianas estarán mediadas por sistemas cerrados, diseñados para optimizar beneficios antes que libertades. El problema no es que ChatGPT compre por ti: es que, cuando se habitúe a hacerlo, ya no sabrás distinguir entre lo que elegiste tú y lo que te fue sugerido.
You can read this article in English on my Medium page, «From Walmart to Wall-E world: how AI agents are robbing us of our agency»