El mundo quemó más carbón que nunca en 2024
La quema de carbón en 2024 alcanzó niveles récord, poniendo en riesgo los esfuerzos globales por limitar el calentamiento a 1,5 °C sobre los niveles preindustriales. A pesar del avance de las energías renovables, la demanda energética mundial obligó a un aumento general en el uso del carbón, según el informe Estado de la Acción Climática, dirigido por el World Resources Institute..
Expertos advierten que la lentitud en la transición energética amenaza directamente los objetivos del Acuerdo de París. Clea Schumer, investigadora asociada del World Resources Institute, señaló que:
“Los esfuerzos para eliminar gradualmente el carbón están muy lejos de lo previsto”.
La combinación de políticas nacionales divergentes, crecimiento económico y dependencia de combustibles fósiles retrasa la posibilidad de un futuro bajo en carbono, a pesar del crecimiento de la energía solar y eólica.
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La expansión de la quema de carbón en 2024
El año pasado, la producción y el consumo de carbón alcanzaron cifras históricas, incluso en países que han prometido reducir su uso. De acuerdo con información de The Guardian, La India superó los 1.000 millones de toneladas de producción, mientras que en Estados Unidos se mantiene un fuerte respaldo al carbón y otros combustibles fósiles. Estos movimientos desafían la meta global de descarbonización.
Aunque la proporción de carbón en la generación eléctrica ha disminuido, el aumento total de la demanda energética hizo que la quema de carbón en 2024 siguiera creciendo. Esto refleja una contradicción central: el mundo avanza hacia la energía limpia, pero simultáneamente aumenta su dependencia de los combustibles más contaminantes.
Clea Schumer advirtió que “no limitaremos el calentamiento a 1,5 °C si el uso del carbón sigue batiendo récords”. La evidencia muestra que, incluso con políticas de transición, los esfuerzos actuales son insuficientes para la escala del desafío climático.
El problema no se limita a la energía eléctrica: el sector industrial y la calefacción de edificios contribuyen significativamente a las emisiones de carbono. Sin mejoras rápidas en eficiencia energética, la quema de carbón continuará afectando la trayectoria global de reducción de emisiones.
Energías renovables y transición energética
A pesar del aumento del carbón, la generación de energía renovable ha crecido de manera exponencial. La energía solar es hoy la fuente de más rápido crecimiento en la historia, y el mercado eléctrico global está mostrando signos de transición hacia opciones más limpias.
Sophie Boehm, investigadora asociada del WRI, destacó que “la transición en general es mucho mayor que cualquier país en particular, y el impulso está cobrando fuerza en los mercados emergentes”. Sin embargo, las tasas de crecimiento de solar y eólica deben duplicarse para cumplir las metas de reducción de emisiones de esta década.
El aumento de energías limpias no compensa el récord en la quema de carbón en 2024. Esto significa que, aunque hay avances tecnológicos, el mundo aún depende de combustibles fósiles de manera crítica.
La combinación de energías renovables y electrificación de transporte muestra un camino viable, pero insuficiente, para limitar el calentamiento global. La transición requiere políticas más agresivas, incentivos y cooperación internacional.
Impacto de la deforestación y sumideros de carbono
Los sumideros de carbono, como bosques y humedales, desempeñan un papel crucial en mitigar el calentamiento global. Sin embargo, en 2024 se perdieron más de 8 millones de hectáreas de bosque a nivel mundial. Esta cifra, aunque inferior al máximo histórico de 2017, sigue siendo alarmante para los objetivos climáticos.
La deforestación limita la capacidad del planeta para absorber carbono, agravando los efectos de la quema de carbón en 2024. La protección efectiva de estos ecosistemas es esencial para mantener el equilibrio climático y reducir la presión sobre la transición energética.
El informe señala que el mundo necesita actuar nueve veces más rápido de lo que los gobiernos están gestionando para detener la deforestación. Las políticas actuales, aunque positivas, no logran frenar la pérdida de ecosistemas críticos.
El desafío combinado de mantener bosques y reducir la dependencia del carbón subraya la urgencia de acciones integrales. La quema de carbón en 2024 y la degradación ambiental muestran que los compromisos globales aún no se traducen en resultados concretos.
Perspectivas y políticas nacionales
Los compromisos internacionales, como los presentados en el Acuerdo de París, requieren que cada país diseñe planes nacionales de reducción de emisiones. Sin embargo, ya se anticipa que estas “contribuciones determinadas a nivel nacional” serán insuficientes para cumplir el objetivo de 1,5 °C.
Países como India y Estados Unidos priorizan el carbón y la energía fósil, mientras China y la UE avanzan con renovables. Esta disparidad genera un riesgo significativo: la quema de carbón en 2024 podría seguir aumentando si no hay coordinación global efectiva.
La COP30 de la ONU, próxima a celebrarse en Brasil, se centrará en cómo acelerar los planes de reducción de emisiones y alinear políticas nacionales con los objetivos climáticos. Sin acciones inmediatas, los récords de carbón podrían perpetuarse.
Los especialistas coinciden en que solo una combinación de transición energética, protección de ecosistemas y políticas internacionales estrictas permitirá acercarse a las metas climáticas. El tiempo para actuar se agota, y la quema de carbón en 2024 es un llamado de alerta urgente.
La lucha contra el cambio climático estancada…
El récord histórico de la quema de carbón en 2024 revela la magnitud del desafío climático global. A pesar del crecimiento de energías renovables y de la electrificación del transporte, la dependencia de los combustibles fósiles continúa retrasando los objetivos del Acuerdo de París y comprometiendo la posibilidad de limitar el calentamiento global.
La acción coordinada a nivel global, combinada con políticas nacionales efectivas y protección de sumideros de carbono, es más urgente que nunca. La quema de carbón en 2024 es un indicador claro de que, sin cambios rápidos y profundos, los compromisos climáticos seguirán siendo insuficientes, afectando no solo al planeta, sino a la estabilidad económica y social de millones de personas.