El calentamiento global podría llegar a los 2,3 °C en 2040
El debate sobre el futuro climático del planeta ha cobrado mayor urgencia ante las recientes proyecciones que indican un calentamiento global en 2040 cercano a los 2,3 °C por encima de los niveles preindustriales. Este escenario no es solo una alerta académica: sus efectos podrían transformar de manera drástica la habitabilidad de grandes zonas del planeta y alterar la economía global.
Organismos como la ONU y firmas de análisis como S&P han advertido que el aumento de temperatura traerá consigo costos económicos y sociales sin precedentes. Si no se aceleran las inversiones en mitigación y adaptación, el impacto podría afectar la productividad, la salud pública y la estabilidad de los sistemas financieros.
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Escenario climático: calentamiento global en 2040
La investigación de S&P revela que la probabilidad de alcanzar 1,5 °C de aumento para 2040 es del 90 %, y que existe un 50 % de probabilidad de que el calentamiento global en 2040 alcance los 2,3 °C. Esto supone un riesgo directo para un tercio de la población que vive en zonas vulnerables a olas de calor, sequías y otros fenómenos extremos.
En un escenario que supere ese umbral, los costos económicos acumulativos podrían ascender hasta el 33 % del PIB global, una cifra que no solo ilustra la gravedad del problema, sino que también resalta la necesidad de actuar con urgencia.
Los expertos insisten en que las medidas de mitigación actuales, aunque importantes, no reducen los riesgos climáticos físicos en el corto plazo. Por ello, invertir en adaptación se presenta como la estrategia más inmediata y con retornos más predecibles.
Este análisis convierte al calentamiento global en 2040 en un llamado a replantear políticas y modelos de negocio, incorporando resiliencia climática en la planeación de infraestructura y cadenas de suministro.

Brecha de financiación para la adaptación
La ONU estima que en 2022 se destinaron 28.000 millones de dólares a la adaptación climática, una cifra que sigue siendo insuficiente. Para enfrentar de manera efectiva los riesgos que traerá el calentamiento global en 2040, será necesario invertir al menos 187.000 millones de dólares adicionales por año hasta 2030.
Sin embargo, la subinversión sigue siendo un problema. La incertidumbre sobre el alcance y los costos del cambio climático dificulta que los gobiernos y empresas justifiquen grandes inversiones en infraestructura de adaptación.
Los expertos proponen innovar en el financiamiento, atraer capital privado y crear marcos regulatorios que faciliten la inversión a gran escala. La colaboración público-privada será esencial para transformar el panorama.
Además, los proyectos deben ser transformadores y no solo paliativos. Invertir en soluciones basadas en la naturaleza, sistemas de alerta temprana y redes de salud resilientes puede generar beneficios duraderos y mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Impacto en la productividad y la salud
Uno de los efectos más alarmantes del calentamiento global en 2040 será la pérdida de productividad laboral, especialmente en sectores como la agricultura, la construcción y los seguros. Las olas de calor y las enfermedades relacionadas con el clima podrían generar pérdidas por más de 1,5 billones de dólares en producción económica para 2025.
El Foro Económico Mundial advierte que retrasar la integración de la resiliencia en las decisiones empresariales solo aumentará los costos de adaptación. Proteger la salud de los trabajadores será un elemento clave para garantizar la continuidad de las operaciones.

Las empresas que actúen temprano podrán convertir la crisis en oportunidad, innovando en servicios de salud climática y abriendo nuevos mercados. Esta perspectiva ofrece un argumento de negocio sólido para acelerar la inversión en resiliencia.
En este contexto, la adaptación no solo es una estrategia de gestión de riesgos, sino una ventaja competitiva para las organizaciones que busquen liderar en un futuro más inestable.
¿Cuál es el papel del sector privado ante este panorama?
El sector privado tiene un papel crucial para cerrar la brecha de financiamiento y promover soluciones innovadoras. Fondos filantrópicos, inversionistas de impacto y empresas con estrategias ESG robustas pueden movilizar recursos a gran escala.
Adoptar métricas claras para medir los beneficios de las inversiones en adaptación ayudará a justificar el gasto y atraer más capital. Esto incluye el uso de modelos de análisis probabilístico más precisos que reduzcan la incertidumbre.
Además, las empresas deben colaborar con gobiernos y organismos multilaterales para desarrollar marcos regulatorios que faciliten la canalización de recursos hacia proyectos transformadores.
Con la Semana de Acción Climática de Nueva York como telón de fondo, este es un momento crítico para que las empresas den un paso al frente y se comprometan con la resiliencia a largo plazo.

El momento de actuar es ahora
El panorama que dibuja el posible calentamiento global en 2040 es preocupante, pero no definitivo. Aún existe margen para reducir el impacto y construir un futuro más seguro si se actúa con decisión en la inversión en adaptación y resiliencia.
Ignorar estas señales no solo incrementará los costos económicos, sino que pondrá en riesgo la vida y el bienestar de millones de personas. Cada año de inacción multiplica las pérdidas futuras, por lo que la colaboración entre gobiernos, empresas y sociedad civil es urgente e inaplazable.