Diseño permacultural en la selva de Colombia
¿Un diseño permacultural en la selva de Colombia? Esta es la história.
Fui contratado para hacer esta asesoría en unas circunstancias muy particulares; fue mi finca por cinco años. Diseñada y trabajada con mucha dedicación, vendida por circunstancias personales. Y finalmente el nuevo dueño me propuso una asesoría en la que la experiencia de cinco años en ella me colocaba en una posición inmejorable para acompañar su aterrizaje en este maravilloso lugar.
Por más de cinco años trabajé en esta finca, de mi propiedad, en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. En este espacio de 10 Hectáreas desarrollé un diseño ecológico. Por motivos que no vienen al caso, vendí este predio, y me contrataron para asesorarles a potenciar lo ya existente. Y claro, esto me ha permitido poner sobre papel cosas proyectadas que, en un principio, por las limitaciones que surgieron con la pandemia y posteriormente por la necesidad de vender la finca, no me fue viable implementar. El tener la experiencia en el lugar durante tantos años es una novedad con la que jamás había contado y que creo no se volverá a repetir. Sin duda, ha sido muy fluido y divertido, ya que todo estaba ahí esperando para salir.

Contenido
Hace 18 años
El predio se encuentra dentro de la reserva indígena Kogui, tal vez de los últimos pueblos de la Tierra que conservan la Ley de Sé o Ley de Origen, La Ley Entregada por Zerankua (Padre Creador) a los primeros abuelos.
Hace 18 años vine aquí por primera vezy pude conocer esta extraordinaria etnia y su territorio. En aquel momento todavía era una zona caliente por el narcotráfico y para llegar a Tungueka, una aldea a 2 horas a pie del pueblo civilizado (nombre que le dan los koguis o kágabas a los no indígenas) más cercano, había que pasar controles de los paras (paramilitares armados por el expresidente Álvaro Uribe) primero y de la guerrilla después.
Allí conocí al mamo Cunchakala1 quien, como autoridad espiritual, me dio permiso para regresar al territorio, ante mi pregunta de si podría volver algún día. Quién me iba a decir que volvería a esta región única 13 años después a comprar una finca. Misterios. Sólo después de pasados unos meses pude darme cuenta de que había vuelto a 6 km de donde me encontré con Cunchakala por primera vez, pues el territorio había cambiado mucho y no conectaba las fichas.

Un compendio de sucesos que aquí apenas muy superficialmente podría plasmar, me mantuvieron en la finca todos estos años en una situación interna de expectativa e incertidumbre (¿qué significaban todas esas sincronicidades?), lo que, en ningún momento, me privó de entregarme a desarrollar el diseño que se realizó bajo esa permacultura intuitivo-adaptativa que se fue recogiendo de tantos proyectos y personas en Sudamérica, estos últimos 20 años.
La finca
La finca se encuentra a unos 10 kilómetros de la costa, a 350 msnm, en un pie de monte camino a las cumbres nevadas más altas del planeta cerca del mar (la cumbre se encuentra a 5.775 msnm). Esto influye, como es lógico, en la finca. Vientos dominantes del norte desde la costa. Vientos catabáticos (que caen en picado desde una zona de la atmósfera alta a una zona más baja) en verano, cargados de los gélidos glaciares de las cumbres. Y, por supuesto, los vientos Alisios que condicionan la meteorología a lo largo del año.
Está situada en una especie de meseta entre dos quebradas. Cuenta, por tanto, con dos situaciones privilegiadas, como pocos espacios en la sierra he visto yo así: radiación solar óptima en todas las épocas del año y abundante agua por gravedad, incluso en las severas y prolongadas sequías estivales.
El proyecto de diseño permacultural


Biodiversidad y adaptación
La base del proyecto era poder sostenerse con una producción diversificada, para lograr la soberanía alimentaria y poder recibir gente en determinadas condiciones. Esto, obviamente, implicaba conocer los potenciales y limitaciones ecológicas de este particular y ciertamente extremo ecosistema: el bosque seco tropical. Cuenta con dos “estaciones”; verano e invierno.
El verano es extremadamente seco, soleado, con temperaturas algo frescas por las noches (18 o).
El invierno bimodal, con extrema pluviosidad y tormentas eléctricas, podían caer en un solo episodio más de 100 litros y 2.000 rayos de una potencia que jamás imaginé podía existir (de estas había dos o tres al año, normalmente en octubre, tan extremas que realmente sentía que mi vida peligraba).


Los suelos son bastante pobres y arcillosos tendiendo a la compactación por el sol intenso y las lluvias torrenciales. Esta limitación condiciona grandemente la agricultura, asociada a los extremos estacionales. Las plantas tienen mucha dificultad en explorar el suelo, o se encuentra encharcado por lo que se pudren las raíces por no poder respirar. El producir plantas de corte y rebrote para incorporar biomasa, práctica edafológica básica en el clima tropical, siempre ha sido prioritario en mis proyectos. Como ya he contado varias veces en otros artículos existe una planta de la familia de las asteráceas que produce materia orgánica como si no hubiera un mañana: el botón de oro (Tithonia diversifolia2).
Un lastre de más de 70 años
Me costó encontrarla en la región, no tanto porque no se den las condiciones para su crecimiento, sino porque este es un territorio que carga el lastre de 70 años de cultivo de ilícitos (primero la mafia guajira con la marihuana y después guerrilla, paras y estado con la cocaína) y actualmente la mafia del turismo. El dinero fácil y la agricultura sustentable parecen no compaginar.

Esta dificultad para encontrar algunas especies que consideraba esenciales se vio disminuida cuando conocí al “profe” Everhard, un alemán que fue profesor de oceanología en la universidad de Santa Marta y que posee una hermosa finca en la sierra desde hace más de veinte años en la que ha ido creando un vergel megadiverso. Gracias a él me abastecí en un par de ocasiones de una treintena de especies principalmente ornamentales y medicinales, y alguna que otra comestible (pimienta negra, sagú, sacha inchi, lotos, entre otras).
Esta labor incansable de aumentar la biodiversidad en la finca ha llegado casi a 400 especies entre forestales, ornamentales, frutales, maestras, forrajeras, cover crops, acuáticas, medicinales, etc. Mi experiencia de 3 años en la selva de Brasil me permitía tener un terreno andado en cuanto a hortalizas tropicales de clima caliente, que fui cultivando y adaptando a esta zona de vegetación y vida tropical.
Además, mis vecinos indígenas compartieron conmigo sus cultivos ancestrales, en especial muchas variedades de ñames (dioscórea spp.) y malangas (xanthosoma o colocasia spp.), que me han sostenido como base de hidratos estos años.





Proteína animal
Se introdujeron más de 10 especies acuáticas y se “sembró” un pie de cría de tilapia3. Para su alimentación conseguí bore (Xanthosoma spp) cuya hoja tiene altos niveles de proteína y las tilapias adoran, y de vez en cuando se les daba banano popocho ligeramente hervido y machacado. Gracias a estos forrajes he comido tilapia casi todas las semanas y… guau… ¡Qué pescado tan sabroso!
También se hizo trabajó para reunir la mayor diversidad de musáceas (bananos y plátanos) posibles. Se lograron introducir 10 variedades con resultados dispares, lo que no minó el hecho de tener todas las semanas dos racimos colgados en la cocina, meta marcada desde el inicio. Se cultivaron con dos técnicas diferentes, ambas efectivas: el círculo de bananos para aprovechar las aguas grises de cocina y duchas y las zanjas de infiltración en curvas de nivel.
Para poder hacer las paredes de las cabañas proyectadas utilizamos barro para un bahareque4 simple revocado con las técnicas que aprendí con los amigos de Amayuelas de Abajo en el año 1999, si no recuerdo mal. Este barro se extrajo de dos lugares que estaban destinados a ser pozas para piscicultura.
El nuevo proyecto de diseño permacultural
La asesoría hacia mi cliente se ha orientado principalmente hacia la ubicación de unas estructuras demandadas, la sugerencia de algunas especies forrajeras fundamentales para la cría de cabras y gallinas, reconocer el potencial de la región en cuanto a insumos gratuitos (bosta de vaca, algas marinas…) e insumos a adquirir para mejorar las condiciones del suelo (picadora de pasto, carbón vegetal, hidrogel), mejora del sistema de riego, y un calendario de siembra comprensible. Dado que el cliente realizó un curso de permacultura en el pasado, el acercamiento a estas técnicas y modos de operar se realizó más fluidamente y directo al grano.
Estructuras
Dos de las estructuras demandadas son aprisco 5y gallinero. A estas dos estructuras le adherí un área de compostaje y un lugar para la picadora de pasto. Ubicadas en el diseño cerca de las dos principales pozas de piscicultura para abastecer las pilas de compost con la planta acuática buchón (Eichhoprnia crassipes, la cual hay que extraer obligadamente por su crecimiento descomunal) y al mismo tiempo proveer de gallinazo a las pozas cuando se requiera fertilizarlas para producir plancton para las tilapias.
Otra estructura es un “invernadero”. Lo pongo entre comillas, aunque si tomamos la palabra invierno como se asume en la costa del Caribe colombiano estamos en lo cierto: época de lluvias. Es una estructura a dos aguas asimétricas de tal forma que el vapor de agua y el calor puedan salir fácilmente. Este espacio permite el cultivo de hortalizas delicadas que, de otro modo, en los meses de septiembre a noviembre principalmente, al verse los suelos anegados, las plantas más sensibles se pudrirían.




Plantas forrajeras
En cuanto a las plantas forrajeras existe bastante documentación al respecto y hartas especies usadas para tal fin. Yo solo conozco una parte de estas. Además, un punto importante de las seleccionadas y aportadas en la asesoría es que se puedan conseguir en la región. La idea siempre es que sean rústicas y se adapten a diluvios y sequías, tal y como acontece en la región. Destaco aquí la leucaena (Leucaena leucocephala) arbusto muy apropiado como banco de proteína y el yátago (Trichanthera gigantea) por su cantidad de proteína y palatabilidad. Además es un árbol apropiado para cuidar las nacientes (uno de sus nombres es nacedero) y medicinal (otro nombre popular es quiebrabarrigo).
Otro forraje fundamental es el pasto de corte, pasto elefante o king grass (Pennisetum purpureum) pues además de ser un excelente forraje también es muy buen material para mulch, pasado por la picadora de pasto y secado.
La picadora de pasto es esencial para un proyecto de estas características, ya que existen muy variadas y versátiles plantas perennes (también variados los nutrientes que movilizan y aportan cuando lo incorporamos picado al suelo) de corte y rebrote. Además, facilita la administración y aprovechamiento de alimento con coste cero (si exceptuamos una pequeña cantidad de gasolina y el mantenimiento de la picadora) para los animales.
Retener la humedad
El carbón vegetal ha estado presente en la agricultura tropical de Sudamérica desde tiempos inmemoriales. El tipo de suelos en que se producían se conocen como terra preta, tiene muchos beneficios como mantener la humedad, retener nutrientes y mejorar la estructura del suelo.
En cuanto a los insumos que se sugieren en la asesoría está también el polímero conocido como hidrogel, su principal beneficio es absorber agua y retenerla, para un clima con sequías prolongadas como la del bosque seco tropical, es imprescindible para tener éxito en el trasplante de frutales, por ejemplo.
El sistema de riego
El actual sistema de riego tiene ciertas limitaciones, una de ellas es que dado que el agua que viene directamente de la parte alta de la quebrada (por cierto, con mucha presión por las decenas de metros de caída) no se almacena y en episodios de mucha lluvia a veces la crecida saca la manguera de la toma. La idea es instalar un tanque de 5 mil litros en la parte más alta de la finca, sacar una manguera de ½ pulgada de la manguera de 1 pulgada que viene de la toma y colocarle una boya en la entrada al tanque para que cierre cuando se llene. Se le colocará una salida de 2 pulgadas para ser distribuida en los nuevos cultivos proyectados (banco de proteína, cultivos comerciales, pasto de corte, invernadero, etc.).
Finalmente, el cliente me pidió un calendario de siembra. Este calendario no se puede confeccionar ni en 1 año de vivir en este lugar, porque se han dado multitud de fluctuaciones en los más de cinco años que he vivido ahí.
¡Ojalá hubiera contado con toda esta información estructurada cuando llegué al territorio!
Oscar López hace años viajó a Honduras, Brasil, Venezuela. Y a Colombia, en la Sierra Nevada de Santa Marta, territorio ancestral del pueblo originario kogui-arhuaco. Dentro del resguardo indígena ha desarrollado un espacio dedicado a la agricultura tropical, con un banco genético altamente resiliente. Mail: olp_esgueva@yahoo.es
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