apoyo, toxicidad y cómo elegir bien

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compañeros en oposiciones estudiando juntos

Para conseguir gran difícil empresa, resulta muy complicado encontrarse sólo. En las oposiciones vale la pena luchar acompañado y, al mismo tiempo, entender que se trata de un camino profundamente individual. La clave está en encontrar el equilibrio entre ambos mundos.

La tendencia más común es valorar a los demás candidatos como rivales. Y claro, no nos falta razón si pensamos eso, pero de todos ellos, debemos salvar a una pequeña excepción a la que hay que guardar lealtad… Esa persona o pequeño grupo que se convierte en tu red de apoyo real.

Y es que mi consejo es que debemos aliarnos a un círculo, un par de colegas. Los contactos siempre vienen bien. Te enteras de que ha salido otra convocatoria por uno de ellos, se pueden preparar las programaciones para la prueba práctica del profesorado entre varios miembros del grupo, comprar los tochos de libros entre todos para ahorrarnos unos eurillos, salir con más ganas a ejercitarse para pruebas físicas en compañía, apuntarse juntos a ese cursillo que da puntos y si un día no puedes asistir, te echa una firmita tu colega en la hoja de asistencia…

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Qué significa realmente tener compañeros en las oposiciones

grupo de opositores apoyándosegrupo de opositores apoyándose

Lo de los compañeros creo que es el último tema que me quedaba por tratar en esta sección de Oposiciones de mi blog. He hablado de preparadores impertinentes, de química y hasta de enchufes. Tengo otro post sobre compañerismo pero no lo escribí yo. Lo escribió una opositora que conozco que hizo un fantástico análisis de los perfiles más habituales en el mundo de la camaradería insana. Lo recomiendo especialmente a todos los que puedan tener problemas con los compañeros de oposición.

Cuando hablamos de compañeros en oposiciones no solo nos referimos a quien se sienta a tu lado en la biblioteca. Hablamos de apoyo emocional, contraste de ideas y sensación de pertenencia en un proceso que, por naturaleza, puede resultar muy solitario. De hecho, muchos opositores coinciden en que la compañía adecuada marca la diferencia en la resiliencia que se necesita para sostener el esfuerzo durante años.

Ahora bien, conviene entender algo esencial: la plaza es individual. El crecimiento personal, el esfuerzo diario, la constancia y el sacrificio los haces tú. Los compañeros pueden amortiguar la dureza del camino, pero no pueden recorrerlo en tu lugar. Por eso es tan importante distinguir entre un compañerismo sano y una colectivización del estudio que acabe siendo ineficiente o incluso dañina.

Mi experiencia personal: soledad, grupo y doble cara del compañerismo

opositores estudiando en grupoopositores estudiando en grupo

Pero, ¿y yo?, ¿qué opino yo de la influencia de los compañeros en la preparación de la oposición?, ¿cuáles fueron mis vivencias?

Yo estuve muy solo. Oposité muchos años en solitario y mi verdadero compañerismo solo empezó con el grupo de dictamen de Barcelona 98-99.

Hubo varios compañeros que se prepararon con mi preparador, pero generalmente duraron poco y se lo acabaron dejando. En realidad, no recuerdo ninguno que aprobara y que me fuera coetáneo, excepto a mi hermana. No tuve un gran trato ni confianza especial con ninguno de los demás, excepto (claro está) con mi hermano mayor que opositó durante un par de años, con una chica que llevaba bastante tiempo y que finalmente lo dejó y con otro chico del que no recuerdo su nombre que estuvo poco tiempo y con el que tuve cierto feeling. Aparte de ellos recuerdo a otros dos (chico y chica) que se hicieron novios y a los tres veteranos (que tampoco aprobaron) que me dijeron en mi primer día de cante: “vete, ¡aún estás a tiempo¡”. Menos mal que no les hice caso.

Lo “malo” de mi hermana es que aprobó cinco años antes que yo y “me dejó solo”, así que cuando empecé a hacer dictámenes en grupo (cuando ya llevaba ocho años de oposición) me sorprendió encontrarme feliz trabajando con otros compañeros. Luego surgieron algunas cosas que no me gustaron y me sentí como el patito feo cuando siete del grupo aprobaron y suspendimos los otros dos. Solo uno de aquellos siete me ayudó materialmente; de los demás solo recuerdo que hubo algunas buenas intenciones por parte de otra compañera de aquel grupo de dictamen. El resto no hizo nada y aquella bien intencionada no llegó a hacer efectiva su intención de ayudarme. Estoy convencido de que yo no hubiera hecho lo mismo de haber sucedido al contrario. De hecho no lo hice … y animé a seguir a compañeros no aprobados, preparé dictamen con dos compañeros que aprobaron después y pasé material a quien me lo pidió (especialmente a otro compañero que también hoy es Notario).

Tener compañeros ayuda a sobrellevar el camino y a sentirse más comprendido en un mundillo cerrado, más allá del cual la comprensión no abunda para quien opta por meterse en él. Pero esa misma experiencia me enseñó que no todo el compañerismo es igual de sano y que hay momentos del proceso en los que la competencia se hace más evidente.

En aquel grupo pienso que podría haber hecho más por mí el compañero que nos preparaba los dictámenes que no llegó ni a aprenderse mi nombre, ni a interesarse por mí tras el suspenso. Le estoy muy agradecido. Esa mezcla de gratitud y decepción ilustra bien cómo se percibe la ayuda cuando uno está al límite.

La oposición como lucha individual y el papel de los grupos

Lo he contado demasiadas veces. Yo estuve casi once años. Firmé cinco convocatorias. Suspendí dos veces el dictamen. Mi preparador de siempre no consiguió meterme en la mollera la técnica de hacer los dictámenes y a la segunda oportunidad me dijo que había que buscar nuevos horizontes. Así que seguí con él pero comencé a ir con aquel grupo del 98. Tras el nuevo suspenso, ya no continué con él, ni con aquel compañero que preparaba al grupo del 98-99, ni con el otro suspenso de aquellos siete del 98.

Para mi tercera oportunidad (que fue la vencida), me fui con Eduardo Llagaria y después a la Academia de Madrid. Como tenía doble reserva estuve un año haciendo dictamen. Tuve la suerte de coincidir con otros dos dobles reservas en las clases de Eduardo y como estábamos en tres tribunales distintos, convinimos que podríamos trabajar juntos. Nos dejamos claro desde el principio que al enemigo ni agua.

Uno de aquellos tres era un año más joven y el tercero era algo más joven que nosotros dos, pero ninguno de los tres estaba ya para bromas. Probablemente era nuestra última oportunidad. Remontar el suspenso tras una doble reserva era muy complicado y más a la edad de dos de los tres. Así que nos convertimos en un grupo cerrado que procuraba no soltar prenda de nada a nadie (aunque, por supuesto, había afinidades con varios compañeros que tenían también doble reserva o reserva del primer ejercicio y que hacían dictamen con nosotros).

Aunque se piense que no hay competición entre opositores en el primer y el segundo ejercicio, sí que la hay, pero cuando llegas al tercero eres tú o el otro. Tres cuartas partes de los que aprueban están en un puño (en un margen pequeño de notas). Solo unos pocos se destacan con notas altas, así que cualquier detalle puede influir. No hace falta ser agresivo ni descarado, pero un primo o un panoli tampoco puedes serlo. Tiene que haber reciprocidad, no remorismo, ni vampirismo.

A mi no me ayudó de manera significativa nadie ni en mi primer dictamen, ni en el segundo. Solo cuando llegó mi tercera oportunidad, tuve ayuda de otros compañeros. Siempre he pensado que yo recibía más de lo que daba. Ellos me dicen que mis ánimos en el día a día también eran fundamentales. Puede que sea así, pero a nivel jurídico yo aportaba menos que mis dos compañeros de Valencia aunque me encontré más en el nivel medio cuando llegamos al grupo de Madrid.

Algunos se han enfadado conmigo cuando les he contado mi opinión sobre todo esto, cuando revelo aquella estrategia. Seguro que los que se sienten molestos con esta filosofía, no han pasado por el trance de tener que llegar por tercera vez al definitivo tercer ejercicio. Ahí se entiende con crudeza que, por muy acompañado que estés, la responsabilidad final es tuya.

Documentos útiles, documentos basura y ayuda técnica

Cuando llega el momento del dictamen, circulan grandes cantidades de material para leer y estudiar al margen de los temas. Hay auténticos tochos que ocupan mucho tiempo leer para sacar de ellos pocas conclusiones en positivo. Son los que nosotros llamábamos documentos basura.

Hay que procurar no ser un incauto que pierda el tiempo (el poco tiempo que suele quedar en proporción a la inmensidad del tercer ejercicio) para que no te cuelen esta clase de material y para aprender cuanto antes a distinguirlo del buen material, del material que merece la pena. No es material preparado para hacer perder el tiempo; es simplemente material de segunda porque es malo o porque no tiene posibilidades de salir en un examen o de ser decisivo.

También hay mucho material anticuado y cuestiones superadas en las que no merece la pena perder mucho tiempo. La ayuda de nuestros preparadores es fundamental para valorar las posibilidades de que ciertos temas tratados en aquella clase de documentos puedan salir en un dictamen o ser fundamentales en los mismos. Un buen profesor o un buen centro de estudios actúan como filtro: te señalan qué compensa estudiar a fondo, qué conviene solo ojear y qué puedes descartar sin remordimientos.

En este punto, tener compañeros también puede ser una ventaja si se usa con cabeza: compartir lecturas, comentar resoluciones o contrastar dudas complejas ayuda a ver matices que a solas quizá se pasen por alto. Pero incluso aquí conviene evitar la dispersión: no todo lo que circula en grupos de WhatsApp, foros o redes sociales tiene la misma calidad ni el mismo valor estratégico.

Patadas bajo la mesa, competitividad y tráfico de material

Según la gente fue aprobando el primero y luego el segundo, los grupos de dictamen se iban incrementando. Cada vez que aparecía un nuevo compañero en cualquiera de los grupos era recibido con el mismo ánimo que un nuevo miembro de un grupo de terapia antiloquesea. El preparador decía: “Hoy se nos une un nuevo compañero. Se llama Manolo y es de Talsitio. Y todos con voz desgastada y alicaída decíamos: “Hooolaa, Maanolo.

Cuanto más cerca estuvo el dictamen, nerviosismo y el miedo a suspender, con lo que te podían dar (o darla tú) alguna patada por debajo de la mesa para que no se contara tal cosa, no explicaras tal otra, no dijeras que tenías tal trabajo o que había salido tal resolución o tal sentencia.

Este tipo de escenas reflejan una realidad incómoda: la oposición combina cooperación y competencia. Se puede compartir material, apoyar en los malos días, comentar dudas técnicas y, al mismo tiempo, sentir miedo a que otro aproveche mejor que tú tu propio esfuerzo. Esa tensión está ahí y negarla no ayuda.

Desde una mirada más amplia, los números también relativizan muchas suspicacias. En muchísimas oposiciones hay miles de aspirantes para unas pocas plazas. Incrementar de forma notable las opciones de un solo compañero apenas altera las probabilidades globales. Sí, estarás ayudando a un competidor directo, pero también estarás fortaleciendo tu propio aprendizaje al explicar, discutir y contrastar ideas.

La experiencia muestra que, cuando la colaboración es honesta, el éxito de quien tienes al lado suele ir de la mano del tuyo: si ambos tenéis buenos materiales, disciplina y apoyo mutuo, las opciones de que los dos acabéis con plaza son mucho mayores que si cada uno se encierra en su trinchera alimentando miedos y desconfianza.

Oposición en grupo o en solitario: ventajas, riesgos y decisiones

Mi visión del compañerismo tiene dos etapas: los temas y el dictamen. Mientras que estudias los temas, ayudarse entre los que empiezan juntos o no se llevan demasiado tiempo en la preparación está muy bien, pero cuando te pones a ayudar a quienes acaban de empezar, dándoles tu material y resulta luego que tienen más memoria y capacidad, más tranquilidad y serenidad que tú … puede que hayas hecho el tonto porque aprobarán con tu ayuda que luego puede que no te devuelvan y hasta pensarán que qué bonita era la oposición y qué pena que se haya terminado.

Muchos opositores se plantean si preparar la oposición en grupo, repartiendo temas, redactando materiales conjuntos o compartiendo programaciones. Sobre el papel parece muy atractivo: avanzar más rápido, repartir cargas y sentir apoyo permanente. Sin embargo, en la práctica surgen dudas razonables:

  • ¿Vas a dominar todos los temas por igual o conocerás mejor solo los que preparas tú?
  • ¿Puedes asegurarte de que la calidad de los temas que preparen tus compañeros estará al nivel que quieres?
  • ¿Se esforzarán tanto como tú o terminarás tirando del carro?
  • ¿Te costará más aprender la redacción ajena que la tuya propia?
  • ¿Respetará todo el mundo los plazos de entrega y revisión?
  • ¿Eres consciente de que tu esfuerzo puede acabar repartido entre decenas de personas que ni conoces?

Por todo ello, muchos opositores deciden, con buen criterio, en lo esencial (temario, programación, estrategia) y usar el grupo de forma puntual para corregir, comentar, apoyarse emocionalmente o ensayar exposiciones orales. La plaza es individual, el esfuerzo es individual y el crecimiento personal también lo es. Pero eso no significa que el resto de seres humanos sean prescindibles: significa que hay que elegir bien cómo, cuándo y con quién compartes tu trabajo.

La experiencia acumulada muestra algo claro: el crecimiento personal que se obtiene afrontando la oposición de manera responsable e individual es enorme. Adaptas tus horarios a tu vida real, ajustas el plan de estudio a tus baches, asumes tus fallos sin escudarte en nadie. Y, a la vez, puedes nutrirte de un círculo reducido de personas con las que compartes dudas, miedos y pequeños triunfos.

Elección de compañeros: apoyo sano, toxicidad y redes sociales

Sufro la presencia (y es peor que sufrir de hemorroides, oiga usted) de personas muy tóxicas en mi entorno. Alguien de mi confianza me comentaba el otro día que cuando uno sufría los embates de un tóxico, luego había que superar “la resaca tóxica” hasta conseguir quitarse de encima la desazón que te ocasiona toparte con él. Un par de días después una nueva amiga opositora me dijo que ella había sufrido gran toxicidad en el ámbito de las oposiciones, así que le dije que como quería escribir algo sobre compañerismo en las oposiciones que a ver si me podía dar alguna pista sobre el tipo de toxicidad (sobre los sujetos tóxicos) que ella había sufrido. Un par de días después me contestó y me escribía este verdadero tratado sobre el asunto, que con su permiso publico hoy en mi blog en el que hasta la fecha será el segundo post escrito por alguien que no soy yo. El primero fue este.

Durante la preparación me he tropezado con dos grupos de personas que me han afectado positiva y negativamente.

GRUPO 1: Personas “físicas” con las que he compartido parte del camino (amigos de la carrera y compañeros de preparador, todos ellos opositores conocedores del “mundillo”)

La historia de Doña Perfecta, la que todo lo hacía bien

Tuve una compañera de carrera que empezó antes que yo en el camino de las oposiciones. Al principio, me resultaba un apoyo fundamental porque siempre tenía palabras de aliento para mí. Sin embargo, esa sensación duró poco.

A menudo compartía con ella experiencias opositoriles y tuve que dejar de hacerlo porque, en ocasiones (las menos) era muy comprensiva pero en otras (las más) me hacía sentir una tremenda inseguridad.

Por ejemplo:

  1. Cuando le comentaba que X tema no lo conseguía memorizar porque lo consideraba difícil o que el tema Y lo había cantado regular en el preparador -cuando en casa me lo había estudiado perfecto-, ella siempre recalcaba que jamás tenía problemas cantando, que siempre estudiaba fenomenal y que se lo sabía todo al dedillo.
  2. Cuando compartíamos el ritmo de temas impuesto por nuestros preparadores, ella siempre llevaba cuatro veces más de temas que el resto de opositores.
  3. Cuando comentábamos lo difícil que era estudiar en épocas de crisis (problema familiar, de pareja…) doña Perfecta comentaba que a ella no le importunaba tal situación en la concentración para estudiar sino al contrario, que estudiaba aún más y mejor.

A lo dicho hay que añadir que doña Perfecta, al contrario de lo que hacíamos el resto -estar encerrados como ratas de biblioteca seis días a la semana- salía muchísimo, desempeñaba un empleo de quince horas semanales, tenía una gran vida social -que se encargaba de compartir por sus redes sociales- y siempre estudiaba todo lo que su preparador le exigía en cada momento.

Yo era demasiado inocente al principio y me creía todo lo que decía, hasta incluso llegué a pensar que tenía graves problemas en mi preparación porque jamás alcanzaba sus astronómicas cifras de temas y su idílica vida perfecta, más bien al contrario. Sin embargo, las mentiras tienen las patas muy cortas … doña Perfecta compartía preparador con Conocida, que también llevaba más tiempo que yo en la oposición. Un día cualquiera quedé a tomar café con Conocida para expresarle mi desasosiego con la oposición y ella me confirmó que todo cuanto sentía entraba dentro de lo normal. No obstante, yo le comenté el caso de doña Perfecta, que lo hacía todo tan bien que asustaba, que aprobaría pronto porque era una crack de manual. Conocida, tras unas cuantas carcajadas, me dijo que eso no era (ni de lejos) cierto. Doña Perfecta jamás había cantado un tema de diez porque el preparador les hacía un seguimiento, anotando las calificaciones de cada tema cantado en clase y que ella había podido acceder a las calificaciones de doña Perfecta y jamás había pasado de un siete u ocho.

A partir de ese momento dejamos de mantener conversaciones sobre la oposición y empecé a coger con pinzas sus comentarios. Pero hasta que ese día llegó estuve sufriendo años de inseguridades y miedos.

La historia de Siempre Motivada, la que nunca sufre bajones

En el ecuador de mi preparación conocí a una simpatiquísima compañera de preparador que acababa de empezar. Su alegría y entusiasmo eran contagiosos, resultaba muy divertido compartir momentos previos al cante con Siempre Motivada porque nos hacía creer que estábamos en cualquier parte menos en el preparador a punto de dar los temas.

Siempre Motivada empezó la oposición como casi todos, creyendo que lograría sortear los obstáculos suspenso-tiempo y que aprobaría más pronto que tarde. A los que llevábamos un tiempo considerable nos miraba con una mezcla de superioridad y lástima. Se le empezó a ver el plumero conforme pasaba el tiempo, ya que sus comentarios destilaban soberbia -en resumidas cuentas, que iba mejor que cualquiera de nosotros-. Su energía y positividad siempre estaban presentes en sus comentarios, pero poco tiempo después descubrí que las usaba como herramienta para aparecer e integrarse en el grupo y sonsacarnos información sobre ritmo de temas y de cantes. Una vez obtenía los datos que precisaba se encargaba de recalcar que llevaba los mismos o más temas que cualquiera de nosotros (con mucho menos tiempo de preparación, obviamente) o que el tema que a ti ese día te había salido mal, ella lo había cantado perfecto hacía unas semanas.

Siempre Motivada era muy querida en el grupo y yo jamás quise mencionar mis sospechas por miedo a que fuesen fruto de mi imaginación. Fue un día, de casualidad, cuando hablando con Veterana (una excelente compañera) surgió el tema y me di cuenta de que no era mi imaginación, sino que todos pensábamos lo mismo.

Misteriosamente, Siempre Motivada jamás tenía bajones y nunca cantaba mal. Cuando le comentabas un problema personal por el que habías faltado a cantar o habías llevado menos temas (por ejemplo, han operado a un familiar; mi abuelo se ha roto la cadera; mi padre tiene cáncer…), parecía comprensiva y te daba ánimos para, acto seguido, compartir contigo un problema personal de mayor magnitud y haciendo referencia a que, a pesar de todo, siempre mantenía su asistencia al preparador y el ritmo de tropecientos millones de temas por cante. Hablar con ella en estas circunstancias resultaba muy desalentador, te destrozaba como si de una apisonadora se tratare. Por si no teníamos bastante con lo expuesto, Siempre Motivada se obsesionó con un compañero de preparador haciendo duras críticas sobre él y envenenándonos al resto. Llegó cierto día en que el resto nos rebelamos contra Siempre Motivada y dejamos de darle pie a hablar mal del compañero, siempre desde la cortesía y la educación.

Año tras año, la vida fue dándole curas de humildad a Siempre Motivada, ya que en los exámenes nunca obtuvo los resultados esperados, sino que fueron mucho peores que los que obtuvieron aquellas personas a las que ella tanto criticaba. Empezó a ser más compañera, más humana, en resumidas cuentas su actitud fue mejorando, aunque a día de hoy todavía le queda mucho que aprender. Siempre Motivada es una buena persona a la que la oposición le ha afectado negativamente ya que adolece de una inseguridad tremenda, siendo su “modus operandi” compararse con otros para sentirse mejor consigo misma.

La historia de Problemática, la que canta un día sí y cuatro no

Problemática forma parte de ese grupo de opositores que comienza la andadura de la oposición a una edad avanzada. Es una persona que, aparentemente, cumple con los requisitos idóneos para opositar (estabilidad económica, independencia, convivencia en pareja, goza de buena salud, tiene experiencia laboral …) pero siempre está lamentándose de la vida, de la mala suerte que tiene, y transmite una negatividad que parece no tener fin. Problemática empieza la oposición obsesionada, fijándose excesivamente en todo lo que hacen los demás compañeros. Además, siente tal inseguridad que suele ausentarse por miedo a fallar, falta mucho a cantar (miente bastante sobre el motivo por el que no asiste) y tiene un comportamiento muy extraño.

Cierto día descubrimos que habla mal a los preparadores del resto de compañeros. Nos parecía un gesto de cobardía intentar empequeñecer al resto para destacarse a sí misma. Y no queda todo aquí, sino que hablaba mal de unos y de otros, entre compañeros, intentando generar discordia. Por suerte, nos dimos cuenta a tiempo. En mi caso, yo he callado muchos de los comentarios que me ha hecho de los demás para no hacer la bola más grande, pero ha hecho muchas maldades y ha hablado del resto con crueldad.

Por si no fuera poco, Problemática guardaba mucho material de oposición para ella sola. Vería lícito que adopte esta actitud, es decir, veo lícito que alguien guarde temas para sí mismo y no comparta siempre que no se dedique a pedir nada a nadie. Lo que no me parece justo, es que Problemática pida temas a diestro y siniestro pero oculte el buen material al que ella ha tenido acceso.

Una vez acabada esta lista de los opositores físicos más significativos con los que me he cruzado te diré que tienes razón: generan una sensación de “resaca emocional”, cansancio extremo, negatividad frente a la vida, angustia … Conviene detectar a este tipo de personas a tiempo y alejarse lo más rápido que puedas de ellas.

Grupo 2: Los opositores virtuales

Es un hecho probado que las redes sociales nos acercan a quienes están lejos y que, en Twitter o Instagram, resulta muy alentador conocer a aquellos que se encuentran en una etapa de la vida similar a la tuya.

No obstante, conviene tener cuidado porque esto es un arma de doble filo. Están los opositores con cuentas que motivan al resto, pero que presentan similitudes con Doña Perfecta y Siempre Motivada, y que pueden generar un efecto contrario en el opositor desmotivado que no logra sacar quince diarias de estudio, tres para ir al gimnasio, dos para preparar esas comidas tan sanas y saludables y una más para ver a sus amigos (ironía mode on). Y también están quienes se muestran tal y como son, con sus defectos y virtudes, tendiéndote la mano para recorrer este duro camino de la oposición. Estos últimos, a mi parecer, se asemejan a aquellos compañeros “reales” de preparador como Veterana: son los que te hacen sentir arropada, que siempre tienen las palabras precisas en el momento adecuado, que empatizan contigo, que jamás te juzgan, que siempre te comprenden y que te dan ese empujón que te hace falta cuando lo necesitas”.

Brutal, ¿verdad? A mi ha encantado. Un tratado imprescindible del compañerismo en las oposiciones. Difícilmente voy a poder yo añadir algo más sobre el asunto. Sí que puedo decir que yo no tuve que soportar compañeros tóxicos (tal vez era un inocente y no los percibía). También he de agradecer (de nuevo, una vez más … ) a mis amigos y compañeros de promoción, José Luis y Sergio, todo lo que me ayudaron.

Sí que sufrí a algún preparador tóxico, aunque lo fueran “por mi bien” (cosa que en un compañero no tiene cabida). Esto demuestra que, igual que elegimos con cuidado a nuestros amigos de estudio, deberíamos ser igual de exigentes con los preparadores y academias: no basta con que sepan mucho, tienen que saber acompañar sin hundir.

Entorno, comprensión y apoyo más allá de los compañeros

Familia y amigos, compañeros, y si lo tienes, tu centro de estudios. Son básicos para lograr tu plaza, aunque no siempre sepamos cómo pedir o recibir la ayuda que necesitamos y que pueden ofrecernos.

Por eso hoy te animo a hacerlo y a dejar atrás la leyenda del opositor como llanero solitario, con su libro bajo el brazo y recitando el temario en medio del desierto. La soledad absoluta rara vez da buen resultado. La mayoría de quienes obtienen una plaza destacan la importancia de su entorno tanto como su propio esfuerzo.

Estos son los 3 puntos de apoyo más importantes para todo opositor, y cómo utilizarlos correctamente para obtener aquello que realmente pueden ofrecernos:

  • COMPRENSIÓN Y APOYO LOGÍSTICO: De los amigos y de la familia necesitamos sobre todo comprensión, lo que podemos traducir como respeto a nuestros horarios, pero también como ayuda para gestionarlos adecuadamente.

Y es que, para que finalmente contemos con las horas necesarias de estudio, pero también con el ambiente adecuado, necesitamos que nuestros seres queridos nos lo pongan fácil. De hecho, aprender a decir «no» a planos casi siempre apetecibles es fundamental. La pregunta es… ¿Cómo lograrlo?

Pues en la mayoría de los casos pidiéndolo. Tenemos que ser conscientes de que nuestro entorno más cercano no puede adivinar nuestras necesidades. Somos nosotros quienes debemos comunicarlas, siendo además muy claros a la hora de explicar qué necesitamos de ellos. En esto, la asertividad es una aliada básica del estudio.

Y no te preocupes, la respuesta de los que más nos quieren suele sorprendernos siempre muy positivamente. Cuando explicas bien que estás luchando por una plaza, que tu tiempo es limitado y que necesitas silencio y apoyo, lo habitual es que la familia y los amigos se conviertan en parte activa de tu red de seguridad.

  • COMPAÑERISMO: Somos conscientes de que la oposición es un proceso competitivo, pero eso no quiere decir que debamos luchar con nuestros compañeros. Al contrario, ellos son quienes mejor conocen por lo que estamos pasando. No hay quien pueda entendernos más que aquellos que están viviendo lo mismo que nosotros.

Por tanto, salvo que te veas como el Usain Bolt de los estudios, lo mejor es que aprendas a buscar el apoyo de quienes están contigo en esta carrera. ¿Cómo hacerlo? Siendo un buen compañero o compañera, y comportándote exactamente igual que como esperas que lo hagan contigo. No lo dudes, da siempre lo que esperas recibir y el apoyo será mutuo y enormemente enriquecedor.

  • EXPERIENCIA Y APOYO TÉCNICO: Buenos profesores y un centro de estudios con experiencia es uno de los mejores apoyos que podemos encontrar en nuestro camino hacia la plaza.

Elige un centro especializado, que cuente con recursos, no sólo materiales, sino fundamentalmente humanos para convertir tu sueño en realidad. Eso se traduce en un profesorado que no solo conozca al dedillo el temario, sino que domine todos los vericuetos de un proceso de oposición y las mejores estrategias para obtener la máxima puntuación. Un buen preparador no se limita a corregir temas: te enseña a priorizar, a gestionar tiempos y a soportar la presión.

Identidad del opositor y comprensión social

Muchos opositores relatan situaciones en las que su entorno social más amplio no entiende su realidad. Preguntas como “¿y no trabajas?” o comentarios tipo “la oposición te ha cambiado, ahora eres más (adjetivo negativo)” son habituales.

Te ha podido pasar algo así: explicas horas de estudio, años de preparación, sacrificios y renuncias y, aun así, notas que solo se valora el resultado visible (la plaza, el sueldo, el puesto) y no el proceso. Esto genera frustración y lleva a muchos opositores a hablar de su oposición “lo mínimo de lo mínimo” para evitar juicios y malentendidos.

En ese contexto, la frase “Ten claro que a un opositor solo y exclusivamente le va a comprender otro opositor” cobra mucho sentido. Una persona que no ha opositado a cierto nivel puede empatizar, pero difícilmente comprenderá la profundidad del desgaste. Por eso, elegir bien a quién cuentas tus avances y tus miedos también forma parte del autocuidado.

Como consejo práctico, muchos recomiendan no invertir tu escaso tiempo en quedar con personas que sistemáticamente no respetan tu proceso, minimizan tu esfuerzo o te hacen sentir culpable por no seguir su ritmo de ocio. En cambio, cuidar a los pocos amigos que sí entienden y aceptan tu situación, aunque no oposen, es un factor que suma mucho más de lo que parece.

Equilibrar egoísmo sano, generosidad y futuro profesional

Hay una razón esencial por la que conviene no regalar sin filtro todo el producto de tu esfuerzo: la plaza es individual y no se puede compartir. Queremos que esa plaza sea nuestra. Sí, puede sonar egoísta; pero de ese egoísmo bien entendido surge un bien social: todas las personas que se presentan se ven obligadas a esforzarse al máximo, a hacerse más preparadas, exigentes y fuertes.

Cuando alguien recibe materiales de calidad sin haber invertido el esfuerzo que tú has puesto, no solo se comete una cierta injusticia con el resto de aspirantes; también se le hace un flaco favor a esa persona y, a la larga, al sistema. Quien no se curte durante la preparación difícilmente será el profesional exigente, responsable y sólido que la sociedad necesita.

Por eso, muchos opositores deciden compartir más apoyo emocional, ideas, esquemas y orientación que materiales cerrados listos para usar. No se trata de vivir atrincherado guardando cada folio como si fuera oro, pero sí de mantener un criterio: ayudar sin anular el aprendizaje ajeno ni diluir completamente el valor de tu propio esfuerzo.

Al final, la mejor combinación para atravesar una oposición suele mezclar trabajo individual serio y profundo, un pequeño círculo de compañerismo auténtico, familia y amigos que respetan tu lucha y preparadores que saben guiarte sin destruirte. Con esa estructura alrededor, la soledad de estudiar se convierte en algo llevadero y el miedo a la competencia se sustituye por una certeza: haces todo lo que está en tu mano y te rodeas de gente que suma, no que resta.

Toda la historia de mi oposición contada cronológicamente puede leerse en “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”. Si alguien se anima a recibirlo dedicado que me escriba a justitonotario@hotmail.com y le explico cómo proceder. Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario

Mirando todo este recorrido, puede verse que las oposiciones no son solo temarios y exámenes, sino también una escuela de relaciones humanas: aprender a elegir compañeros, detectar toxicidades, pedir apoyo, poner límites y combinar generosidad con protección del propio trabajo es parte esencial de convertirse en el profesional sólido, responsable y humano que, al final, la plaza exige.


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