Aumentan cánceres y enfermedades en la capital mundial de los desechos textiles

Publicado por Emprendimiento en

Panipat, en el norte de la India, se ha consolidado como la “capital mundial de los desechos textiles”, pues, de acuerdo con información de The Guardian, recibe cargamentos de ropa usada procedentes de Europa, Norteamérica y Asia. Allí, miles de trabajadores reciclan estos residuos, hilando y tejiendo fibras para crear productos destinados a mercados internacionales. Sin embargo, esta industria ha generado un costo humano y ambiental alarmante, afectando a los trabajadores y a las comunidades circundantes.

El aire cargado de microfibras y productos químicos, junto con la exposición constante al polvo y la pelusa, ha provocado un aumento de enfermedades respiratorias, cutáneas, cardiovasculares y hasta cáncer. A menudo, las personas que trabajan en estas condiciones lo hacen con los hijos presentes, debido a la falta de guarderías,  todo lo cual expone una severa crisis de responsabilidad social en la industria del reciclaje textil.

Por si fuera poco, esta situación no afecta sólo a quienes trabajan en las recicladoras, pues encuestas recientes han señalado que el 93 % de los hogares cercanos a las fábricas reportaron problemas de salud graves en los últimos cinco años. 

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Entre pelusas y peligros: la vida dentro de las fábricas

El ambiente dentro de las fábricas es sofocante y peligroso. Neerma Devi, trabajadora de 27 años, relata cómo corta cuellos y costuras rodeada de pelusas que cubren todo a su alrededor. A pesar de cubrirse con un dupatta, experimenta opresión en el pecho y picazón en la piel, mientras sus hijos permanecen cerca por la falta de guarderías. Esta situación refleja un problema sistémico de protección laboral insuficiente en Panipat.

Las fábricas carecen de ventilación adecuada y equipo de protección eficiente. Según Kailash Kumar, esposo de Devi, “no hay mascarillas ni cobertores”, y los médicos advierten sobre los riesgos a largo plazo de respirar este aire diariamente. El padre de Devi, que trabajó en la misma industria, padece EPOC avanzada, un caso que expone las consecuencias acumulativas de décadas de exposición en estos sitios.

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Además, las jornadas son extensas y mal remuneradas. La mayoría de los trabajadores laboran seis días a la semana, manejando toneladas de ropa usada sin pausas ni medidas preventivas. Las microfibras generadas durante el corte y hilado se inhalan constantemente, aumentando la probabilidad de enfermedades crónicas. Expertos, como Ina Bharguna, directora de Reverse Resources, enfatizan que:

“todos los tipos de materiales, desde pantalones deportivos de poliéster hasta camisetas de algodón, se trituran para formar hilo de mala calidad, nunca libre de microplásticos”. 

Esta exposición continua agrava los riesgos para la salud respiratoria y cutánea de los empleados.

Pulmones en riesgo: microfibras y enfermedades invisibles

Estudios de la Universidad Tecnológica de Sídney muestran que la inhalación de nanoplásticos y microplásticos puede penetrar profundamente en las vías respiratorias, causando asma, fibrosis y EPOC. En Panipat, estas enfermedades son comunes entre quienes han pasado años trabajando en las fábricas. Un médico del gobierno afirma que la exposición constante a fibras y productos químicos deja a los pacientes más vulnerables a infecciones y enfermedades crónicas.

Los casos de cáncer, infecciones cutáneas y complicaciones cardiovasculares están aumentando, especialmente entre trabajadores y familias que viven cerca de las plantas.

Ramesh Chawdhary, del departamento de trabajo de Haryana, confirma que las condiciones laborales son “insoportables” y que los propietarios priorizan la producción sobre la seguridad.

Los hijos de los trabajadores también están expuestos. Al no existir guarderías, los niños permanecen en las fábricas, respirando el mismo aire contaminado que sus padres. Esto eleva la probabilidad de afecciones respiratorias y alergias desde edades tempranas.

La falta de diagnóstico adecuado agrava la situación. Muchos trabajadores nunca reciben atención especializada, y las enfermedades se detectan cuando ya son crónicas, dificultando cualquier tratamiento efectivo y aumentando la carga sanitaria en la región.

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Fuente: @the_hindu

Contaminación ambiental por desechos textiles

El problema no se limita a la salud laboral. Las plantas de blanqueo y teñido vierten el 80 % de sus aguas residuales directamente al medio ambiente. En Panipat, más de 80 puntos de vertido desembocan en el Drenaje n.º 2, que llega al río Yamuna, elevando niveles de contaminantes y reduciendo el oxígeno, lo que hace inhabitable la vida acuática.

Los análisis muestran contaminación de aguas subterráneas con metales pesados como cadmio, níquel y plomo. Artej Singh, residente local, asegura que el agua se ha convertido en “nuestra peor maldición” y que muchas enfermedades, incluso casos de cáncer, podrían estar vinculadas a estos vertidos.

Las plantas ilegales operan con impunidad, a pesar de las órdenes judiciales de cierre. Según Varun Gulati, ambientalista, los cierres son temporales y muchas unidades reaparecen bajo otro nombre, lo que refleja la debilidad en la aplicación de las regulaciones ambientales.

Nitin Arora, presidente de la Asociación de Tintoreros de Panipat, minimiza la contaminación, asegurando que las regulaciones son estrictas. Sin embargo, la evidencia científica y los testimonios de residentes y trabajadores contradicen estas afirmaciones, mostrando un daño ambiental y sanitario sostenido.

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Economía a costa de la vida: el precio social del reciclaje

El reciclaje de desechos textiles es un motor económico para Panipat, con alrededor de 20.000 unidades industriales y 300.000 trabajadores involucrados. Sin embargo, los beneficios económicos se obtienen a costa de la salud humana y la sostenibilidad ambiental. La industria mantiene a familias enteras atrapadas en ciclos de exposición peligrosa y enfermedades crónicas.

Las multas por contaminación son mínimas y rara vez se cobran en su totalidad. Según Gulati, de 5.000 millones de rupias en sanciones calculadas, solo se recuperaron 3.700 millones, lo que evidencia la ineficiencia del sistema regulatorio.

A nivel social, la exposición de los niños y la falta de infraestructura básica, como guarderías y sistemas de agua potable, perpetúan un ciclo de vulnerabilidad. Las enfermedades no transmisibles y los problemas respiratorios se han convertido en parte de la vida cotidiana de las comunidades cercanas.

La percepción de los trabajadores refleja resignación: “Nos asusta pensar que podríamos acabar como mi suegro. Pero por ahora, esta es la única manera de sobrevivir”, afirma Devi. La industria depende de la mano de obra barata, mientras que la responsabilidad social empresarial sigue siendo prácticamente inexistente.

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Desechos textiles y derechos humanos

La explotación de desechos textiles en Panipat revela un conflicto crítico entre economía, salud y medio ambiente. La ciudad recicla millones de toneladas de ropa cada año, pero los costos humanos y ecológicos son incalculables. Enfermedades respiratorias, cáncer y contaminación ambiental son el precio oculto de la moda rápida y del comercio global.

Abordar esta crisis requiere una acción coordinada de autoridades, empresas y organismos internacionales. La implementación efectiva de regulaciones, la protección de los trabajadores y la sostenibilidad ambiental no son opcionales, sino imperativos de responsabilidad social. Solo así se podrá equilibrar la industria del reciclaje textil con los derechos humanos y la salud pública.

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