Mujeres indígenas reclaman un lugar en la COP30 para ser escuchadas
“Somos las guardianas del planeta para la sanación de la tierra”. Este lema resuena con fuerza entre las mujeres indígenas que, con voz firme y experiencia ancestral, buscan ser escuchadas en la COP30, la conferencia climática de la ONU que se celebrará en Belém, Brasil, este noviembre. La movilización evidencia su papel esencial en la conservación ambiental y la resiliencia de sus comunidades frente a los efectos extremos del cambio climático.
En la Marcha Nacional de Mujeres Indígenas, realizada en Brasilia a principios de agosto, se expusieron los impactos desproporcionados del cambio climático sobre las mujeres y niñas indígenas. Inseguridad alimentaria, sobrecarga de trabajo, violencia y dificultades económicas son solo algunos de los desafíos que enfrentan quienes cuidan de la biodiversidad y transmiten conocimiento ancestral. Hoy, más que nunca, su voz busca espacio en la agenda climática internacional.
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Mujeres indígenas en la COP30: guardianas del conocimiento ancestral
De acuerdo con un artículo de eco-business, las Naciones Unidas reconocen que las mujeres indígenas son piezas clave en la conservación ambiental: preservan semillas, protegen polinizadores, fertilizan los suelos de manera orgánica y mantienen intactos los bosques. Sin embargo, su participación en la toma de decisiones sigue siendo limitada. Afirma Alana Manchineri, asesora internacional de Coiab:
“Somos quienes reflexionamos sobre el proceso de resiliencia en los territorios y transmitimos nuestro conocimiento a las nuevas generaciones”.
“No hay cómo hablar de clima, biodiversidad o vida, sin los territorios. La Amazonía no son solo bosques: somos pueblos que protegemos con nuestras vidas el 80% de la biodiversidad del planeta. Necesitamos titulación y financiamiento climático": Alana Manchineri de @coicaorg.… pic.twitter.com/pIzWC00UGN
— MinAmbiente Colombia (@MinAmbienteCo) August 20, 2025
Dalí Angel, coordinador de proyectos de Filac, destaca que las mujeres siempre se ven más afectadas por los fenómenos climáticos extremos. Por ello, garantizar su participación efectiva en espacios internacionales no solo es un acto de justicia, sino una estrategia indispensable para la adaptación y mitigación de la crisis climática. La preservación de semillas y el conocimiento de plantas medicinales son elementos esenciales para la seguridad alimentaria y la salud de las comunidades.
Nayra Kaxuyana, asesora internacional del Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, subraya que la construcción de casas de semillas y el apoyo a la agricultura adaptada al cambio climático son demandas fundamentales. Sin estas acciones, el conocimiento ancestral corre el riesgo de perderse, afectando directamente la resiliencia de los territorios.
Delegación indígena que bate récords
La COP30 busca reunir a la mayor delegación indígena de la historia, con al menos 1.000 acreditados en la Zona Azul, donde se realizan las negociaciones oficiales. Hasta ahora, las mayores participaciones se registraron en la COP21 y COP28, con aproximadamente 350 representantes indígenas cada una. Este incremento refleja la creciente demanda de inclusión y visibilidad de los pueblos originarios en la agenda climática global.
Brasil ha impulsado iniciativas para fortalecer la participación de los pueblos tradicionales, incluyendo la Aldea COP, un campamento que recibirá a 3.000 indígenas, y capacitaciones específicas para mujeres. Sin embargo, las mujeres indígenas advierten que llegar a Belém será solo el primer paso. “Incluso cuando llegamos, son los hombres quienes acceden a los espacios de decisión”, explica Ángel.
El desafío no solo es logístico, sino también político: garantizar que la acreditación sea equitativa y que las mujeres puedan incidir directamente en las negociaciones. La alternativa actual ha sido registrarlas como invitadas de organizaciones socias, pero este mecanismo sigue limitando su voz en los debates formales.

Diplomacia indígena con voces de mujeres
Desde hace un año, representantes indígenas de América Latina y el Caribe se organizan para fortalecer su posición en la COP30. El impulso surgió tras analizar la Contribución Determinada a Nivel Nacional de Brasil al Acuerdo de París, que rara vez menciona a los pueblos indígenas. “Cuando tuvimos acceso al texto, pensamos: esto está mal”, comenta Manchineri.
El movimiento presentó su propia CDN con demandas específicas: reconocimiento de la contribución indígena a la mitigación climática y acceso directo a los recursos financieros para enfrentar la crisis, que hoy reciben solo en un 1%. Esta estrategia refleja la urgencia de incluir la perspectiva de las mujeres indígenas en la toma de decisiones internacionales.
La articulación trasciende América Latina, conectando territorios amazónicos, islas del Pacífico y Australia. Conferencias y campamentos previos a la COP30 han consolidado una agenda unificada, poniendo énfasis en la gestión territorial y la centralidad de la tierra como principio rector de los derechos indígenas y de las mujeres.
De la tierra al debate internacional
Para las mujeres indígenas, toda discusión sobre desarrollo sostenible empieza con el territorio. La violación de sus tierras impacta directamente en salud, soberanía alimentaria y calidad de vida. La expansión de la minería ilegal en Brasil ha afectado especialmente a las mujeres, elevando los niveles de mercurio en embarazadas y niños, según estudios de Fiocruz en Pará.
El conocimiento de plantas medicinales, prácticas agrícolas y gestión de recursos es un patrimonio que corre riesgo si los territorios no están protegidos. Por ello, la presencia en la COP30 se concibe como un puente entre las comunidades y los espacios de decisión global, garantizando que las decisiones internacionales reflejen la realidad de los pueblos originarios.
La participación de mujeres indígenas en la COP30 se convierte así en un acto de justicia climática, donde la preservación de la vida y la biodiversidad dependen de su reconocimiento y empoderamiento.

Estrategia y capacitación para incidencia real
La preparación para la COP30 incluye talleres, reuniones pre-COP y capacitaciones impartidas por la presidencia del evento. La meta es empoderar a las mujeres con herramientas para negociar y representar a sus comunidades de manera efectiva. Afirma Ángel:
“Necesitamos llegar empoderadas, con herramientas que nos permitan tener mayor incidencia en los espacios de negociación”.
La estrategia es doble: trasladar al ámbito internacional las necesidades de los territorios y, a su regreso, difundir de manera accesible los avances y decisiones alcanzadas. Este proceso fortalece la educación ambiental y política en las comunidades, asegurando que la participación de las mujeres indígenas genere impactos sostenibles a largo plazo.
El empoderamiento también implica apoyo logístico: garantizar cuidado familiar y acompañamiento para mujeres que son madres, superando barreras patriarcales internas y externas. Solo así su participación puede ser plena y significativa.

Hacia una COP30 inclusiva
La COP30 representa una oportunidad histórica para visibilizar la contribución de las mujeres indígenas a la agenda climática global. Su participación efectiva no solo en la Aldea COP, sino en la Zona Azul, es fundamental para asegurar que sus voces influyan en las decisiones internacionales.
La coordinación entre pueblos, regiones y continentes demuestra que la movilización indígena puede superar barreras y articular demandas comunes. El objetivo es claro: que los derechos de las mujeres indígenas se traduzcan en políticas y recursos concretos para enfrentar la crisis climática.
Este llamado de las mujeres indígenas en la COP30 es un recordatorio de que la justicia climática requiere equidad de género y reconocimiento cultural. La preservación del planeta depende de que quienes han protegido la tierra durante generaciones tengan un asiento en la mesa donde se deciden los futuros del mundo.