10 formas de combatir la desigualdad de género desde la infancia

Publicado por Emprendimiento en

Desde los primeros años de vida se moldean las percepciones que los niños y niñas tendrán sobre sí mismos y sobre los demás. Por eso, los esfuerzos por combatir la desigualdad de género no pueden esperar a la adolescencia o adultez: deben iniciar en los espacios más cercanos y cotidianos, como el hogar y la escuela. Las primeras experiencias marcan la forma en que entendemos los roles, las oportunidades y los límites que creemos tener.

Apostar por la igualdad desde la infancia no solo construye individuos más libres y empáticos, sino también sociedades más justas y sostenibles. Cuando los niños crecen en entornos donde las capacidades y derechos se reconocen por igual, se reduce la brecha de género en todos los ámbitos: desde la educación hasta el acceso al empleo y la participación política. Te compartimos 10 formas efectivas y duraderas de combatir la desigualdad de género desde las etapas más tempranas.

Contenido

10 formas de combatir la desigualdad de género desde la infancia

1. Promover la equidad en el juego

El juego es una de las primeras formas de aprendizaje. Ofrecer juguetes y actividades sin etiquetas de “niño” o “niña” permite desarrollar habilidades diversas y romper estereotipos. Las muñecas enseñan empatía, mientras que los bloques fomentan la lógica: ambos son esenciales para todos los géneros.

Los adultos pueden guiar a los pequeños a explorar intereses variados y valorar las diferencias. Evitar frases como “eso no es de niñas” o “juega como hombre” contribuye a que cada niño construya su identidad libremente y sin prejuicios.

2. Usar lenguaje inclusivo desde casa y la escuela

El lenguaje moldea el pensamiento. Utilizar expresiones que incluyan a todas las personas —como “infancia” en lugar de “niños”— ayuda a normalizar la igualdad y a visibilizar a quienes históricamente han sido omitidos.

Incorporar un lenguaje inclusivo en los cuentos, las clases y las conversaciones cotidianas es una herramienta poderosa para combatir la desigualdad de género y fomentar la empatía desde edades tempranas.

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3. Enseñar con ejemplos y modelos diversos

Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Mostrar referentes femeninos y masculinos en distintos ámbitos —desde la ciencia hasta el arte o el deporte— amplía sus aspiraciones y expectativas.

Cuando una niña ve a una mujer astronauta o un niño ve a un hombre cuidador, ambos entienden que no hay límites asociados al género. Estos ejemplos cotidianos transforman la cultura y reducen los sesgos a largo plazo.

4. Repartir las tareas del hogar equitativamente

Asignar responsabilidades domésticas de manera justa enseña valores de corresponsabilidad y respeto. No se trata solo de ayudar, sino de entender que el cuidado y el orden del hogar son tareas compartidas.

Desde pequeños, los niños deben ver que cocinar, limpiar o cuidar son actividades humanas, no femeninas. Esta práctica diaria es una de las maneras más sencillas de combatir la desigualdad de género desde el núcleo familiar.

5. Fomentar la educación emocional

Educar en emociones fortalece la empatía y rompe los estereotipos de que los hombres no lloran o las mujeres son más sensibles. Permitir que los niños expresen lo que sienten sin juicio genera entornos más saludables y equitativos.

Las escuelas y familias pueden incorporar actividades de reflexión, diálogo y expresión artística que promuevan el entendimiento emocional, base para construir relaciones igualitarias en la vida adulta.

6. Revisar los contenidos educativos

Muchos libros de texto y materiales escolares aún reproducen estereotipos. Es fundamental revisarlos y complementarlos con historias que representen la diversidad y la igualdad.

Incluir contenidos que valoren la participación de mujeres en la historia, la ciencia o la política contribuye a combatir la desigualdad de género desde la educación formal y a fomentar una visión más justa del mundo.

7. Impulsar programas escolares de igualdad

Las escuelas son espacios clave para formar ciudadanía. Implementar talleres, campañas y políticas de igualdad sensibiliza a toda la comunidad educativa, desde docentes hasta familias.

Estos programas deben ir más allá de la teoría: deben incluir dinámicas de convivencia, resolución pacífica de conflictos y proyectos colaborativos que promuevan la equidad como parte del día a día.

8. Cuestionar los mensajes de los medios y la publicidad

La televisión, las redes sociales y la publicidad influyen poderosamente en la construcción de identidades. Es esencial enseñar a los niños a analizar críticamente los mensajes que consumen.

Al aprender a distinguir los estereotipos y hablar sobre ellos, los menores desarrollan pensamiento crítico. Este ejercicio cotidiano ayuda a combatir la desigualdad de género al promover una mirada más consciente y responsable.

9. Involucrar a los hombres en la conversación

La igualdad no puede ser un tema solo de mujeres. Incluir a los niños y padres en el diálogo sobre equidad y respeto refuerza la corresponsabilidad.

Cuando los hombres participan activamente en la crianza, la educación y las tareas domésticas, envían un mensaje poderoso: la igualdad beneficia a todos y construye relaciones más sanas y solidarias.

10. Formar alianzas comunitarias

La transformación social requiere colaboración. Escuelas, familias, empresas y organizaciones pueden unir esfuerzos para promover acciones colectivas que impulsen la igualdad desde la infancia.

Estas alianzas permiten generar entornos coherentes, donde los mensajes de equidad se refuercen en cada espacio de socialización. Así, combatir la desigualdad de género se convierte en un compromiso compartido y sostenible.

Educar para la igualdad es sembrar justicia en el futuro. Cada acción, por pequeña que parezca, contribuye a derribar los prejuicios y a construir una sociedad más libre. La clave está en comenzar temprano: en las palabras que elegimos, en los juegos que proponemos y en las oportunidades que ofrecemos.

Al combatir la desigualdad de género desde la infancia, no solo formamos individuos más conscientes, sino que fortalecemos la base ética de nuestras comunidades. La infancia es el punto de partida de toda transformación social, y también el mejor lugar para construir la equidad que el mundo necesita.

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